Cristina y un plan made en China
Diario "Clarín", Buenos Aires, 28 de diciembre de 2014.
China acostumbra negociar según sus
propios códigos, y claramente cuando trata con gobiernos permeables a
una regla que ellos consideran básica: “Si ponemos la plata tenemos
derecho a fijar condiciones”. Hubo, aquí cerca, un par de ejemplos
aunque fallidos.Uno fue en Tierra del Fuego, con una planta de úrea. Aspiraban a manejar todo el proceso, desde importar equipamiento propio hasta traer un millar de operarios chinos. En medio de un pleito judicial, la maquinaria que había llegado en barco terminó en el sur de Chile.
Otro parecido ocurrió con una fábrica de mineral de hierro en Brasil, por la resistencia brasileña a aceptar la parva de requisitos que quería imponer China, incluidos un trato directo sin intermediarios y, de nuevo, la mano de obra asiática. No es el único freno que allí aplicaron al modelo de expansión chino.
Hoy mismo Beijing está haciendo valer un compromiso venezolano de proveerle entre 500 mil y de 700 mil barriles diarios de petróleo, a cambio de un financiamiento monumental. El problema es que el desplome del precio del crudo le ha cambiado por completo la ecuación al gobierno chavista y lo ha dejado entrampado con una deuda que fuentes privadas calculan en cerca de US$ 60.000 millones. Es obvio que China pretende que se respete el contrato y que Venezuela cargue con la pérdida: se sabe, no siempre la relación estratégica y los negocios van por la misma senda.
Todo viene a cuento de un par de acuerdos bien polémicos cuya sanción el Gobierno apura en el Congreso. Son parte del plan que Cristina Kirchner firmó con el presidente Xi Jinping a mediados de este año.
El primero, ya votado en Senadores, busca proteger bajo el paraguas de una ley nacional a la estación espacial que los chinos ya construyen en Neuquén para monitorear satélites que accedan a información sobre la Luna. El proyecto les garantiza operaciones durante 50 años, exenciones impositivas también por 50 años y la aplicación de las normas laborales chinas a los empleados de ese origen que trabajen ahí.
La oposición denunció que tantas concesiones implicaban rifar la soberanía y pidió, además, que se dejara expresamente aclarado que la estación espacial sólo sería utilizada con fines civiles y en ningún caso con fines militares. Mayoría en la Cámara, los legisladores oficialistas impusieron las instrucciones que habían llegado desde el Poder Ejecutivo.
El apuro del Gobierno también queda a la vista en el segundo de los proyectos: el Senado no contemplaba tratarlo ahora, pero un llamado de la Casa Rosada al jefe del bloque oficialista, Miguel Pichetto, aceleró el trámite: será debatido mañana y saldrá con media sanción si el kirchnerismo logra reunir quórum.
Para empezar, la Argentina le asegura a China que sus inversiones gozarán del “proceso de adjudicación más ventajoso que se utilice en programas de cooperación similares con otros países”. Esto es, el mejor que haya.
Luego, que las compras del sector público argentino serán hechas por adjudicación directa, siempre que estén financiadas por China y sean “en condiciones ventajosas de calidad y precio”.
Esta vez desaparece la licitación que permitiría la competencia de precios y todo, porque China financia la inversión, aunque también puede descontarse que se tratará de créditos atados a la compra de bienes de ese país.
Por otro artículo, el convenio abre las puertas al ingreso de “nacionales” de ambas partes “para realizar actividades lucrativas, ya sean laborales o profesionales, como empleado o en cuenta propia, en condiciones de igualdad con los nacionales del Estado receptor”.
Eso es lo más parecido a una autopista de una sola mano. Primero, porque no habrá muchos argentinos con chances de encontrar trabajo allí ni existirán emprendimientos bilaterales semejantes a los de acá. Segundo, porque luce seguro que los inversores asiáticos traerán a sus propios profesionales y operarios, o sea, apelarán a un procedimiento usual en cada lugar donde pueden que, en la sumatoria de todos, es también un modo emigrar población.
El texto dice que, en caso de controversias, “se procurará resolverlas mediante negociaciones directas”. Pero suena evidente que si no hay arreglo, China acudirá a un tribunal internacional: por ejemplo, el de Londres, como dicen algunos especialistas.
También está previsto que alguna de las partes deje caer el acuerdo general, lo cual resultaría clave, salvo por un punto claramente especificado en el texto: “La terminación no afectará la aplicación de cualquier convenio concluido” al amparo del marco general. Traducido: lo que ya se pactó seguirá firme, como la estación espacial.
Según legisladores de la oposición, por afuera del proyecto habría al menos un par de cláusulas secretas. Dicho de otra manera, algo similar al arreglo con Chevron.
La tasa de interés que la Argentina pagará por el financiamiento es ciertamente favorable respecto de otras que rigen en el mercado internacional. Pero la cantidad de beneficios que China podría sacar significaría, en los hechos, un rédito oculto bastante mayor a la tasa de interés misma: desde garantizarse la venta de sus propios equipos, encarar las construcciones y conseguir exenciones impositivas prolongadas, hasta traer su mano de obra.
En el proyecto de ley y en sus fundamentos se alude al objetivo de “lograr mayor equilibrio en la relación económica bilateral” y a “equilibrar la balanza comercial”. No es lo mismo una cosa que la otra, pero surge claro que ninguna de ambas representa compromisos concretos.
Ya en la realidad, desde hace varios años esa relación comercial ha pasado a ser altamente favorable a China, con toda la soja adentro. Y tanto, que Brasil plantea que aquí sus productos son desplazados por otros similares de origen asiático.
Entre 2009 y 2013, China acumula un superávit de US$ 16.312 millones. Si se agrega el resultado de los once primeros meses de este año, la cuenta escala a 20.837 millones de dólares (ver infografía), equivalentes al 67% de las reservas brutas que declara el Banco Central.
Una muestra más del trato preferencial que el Gobierno le otorga a su socio estratégico asoma en ciertos datos de este año. Las compras a China bajan 4%, contra el 25% de las brasileñas y un idéntico 15% de Chile y de la Unión Europea. Luego, habría un torniquete desigual para las importaciones que, visto el cuadro completo, no puede ser atribuido a los trenes de Randazzo.
El apuro de la Presidenta se explica en la decisión de tener los acuerdos cerrados por ley antes de viajar a Beijing, en marzo.
Pero ese deseo de calmar las ansiedades del socio estratégico va acollarado a un deseo propio: asegurarse que durante 2015 serán autorizados los cerca de 8.000 millones de yuanes que faltan para completar el préstamo de 10.000 millones. La movida tiene mucho de cosmética, porque así no sean rigurosamente dólares, estén depositados en China y su destino dependa de China, el Central los cuenta como si fuesen reservas en dólares.
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Lunes 08 de septiembre de 2014
Acuerdo
Preocupa el eventual uso militar de un área espacial de China en el Sur
El Senado trata en estos días la aprobación de un polémico acuerdo entre la Argentina y China para la instalación de una estación espacial de exploración lunar
en el paraje Bajada del Agrio, en Neuquén, a 1380 kilómetros de Buenos
Aires. Pero mientras el Congreso debate el tema, excavadoras y cientos
de obreros trabajan rápidamente en la construcción de esa planta que
forma parte de uno de los más acariciados sueños de Pekín en territorio
argentino.
La decisión de Cristina Kirchner y su par chino, Xi
Jinping, de avanzar con la estación espacial por encima de cualquier
aval parlamentario no es el único dato llamativo del proyecto. Los
"anexos reservados" que contienen la letra chica para el desarrollo
final de la estación espacial que se firmaron con la Comisión Nacional
de Actividades Espaciales (Conae) están bajo siete llaves y empiezan a
despertar sospechas. En medio de ese hermetismo, sólo se dio a conocer
una parte del texto del acuerdo marco para su aprobación en el Congreso.Legisladores de la oposición y, en reserva, oficiales de las Fuerzas Armadas se mostraron preocupados por una cuestión sensible: la posibilidad de que la estación espacial china, instalada en un predio de 200 hectáreas, en el futuro inmediato sea usada por Pekín con fines militares.
Hay más dudas que encierra el acuerdo que aprobó la mayoría kirchnerista en la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado y que se tratará en el recinto pasado mañana. Según los ocho artículos del acuerdo marco, se prevé una exención impositiva total para los chinos por los 50 años que durará la concesión de tierras; la Argentina "no interrumpirá las actividades normales" que se realicen en la estación espacial; los empleados de China que trabajen en Neuquén se regirán bajo la legislación de Pekín y el gobierno chino "mantendrá indemne a la Argentina de toda obligación que surgiere de reclamos de cualquier naturaleza".
Los obreros que trabajan en Neuquén bajo el auspicio del gobernador Jorge Sapag esperan terminar la estación e instalar la antena espacial en febrero de 2015. Así lo dijo el secretario de Gestión Pública de Neuquén, Rodolfo Laffitte.
Si las obras están tan avanzadas, ¿para qué se necesitará de un aval del Congreso para ratificar el acuerdo de Cristina Kirchner y Xi Jinping? En el Gobierno respondieron a LA NACION que las obras en marcha forman parte de la autarquía que tiene Neuquén para firmar acuerdos con otros países y que el trabajo actual sólo forma parte de la "construcción civil" de la planta. El equipamiento espacial llegará luego, con los empleados chinos.
La Comisión Nacional de Actividad Espacial (Conae) y la Agencia Nacional China de Lanzamiento, Seguimiento y Control General de Satélites (CLTC) trabajarán en conjunto en Neuquén una vez que se instale la estación espacial. Pero, según establece el acuerdo, la Argentina sólo podrá utilizar 10% de tiempo del trabajo de la estación, es decir, "2 horas 40 minutos por día para actividades científicas y tecnológicas". Laffitte aclaró que el momento de empleo de este tiempo dependerá del uso de la estación y los vuelos que tenga China al espacio profundo.
Tanto la letra chica del acuerdo de la Conae con CLTC como el pacto del gobierno de Neuquén con China figuran en anexos reservados que no se hicieron públicos en el Senado.
Fuentes calificadas de las Fuerzas Armadas dijeron a LA NACION que hay mucha preocupación por el eventual uso militar de la estación china en territorio argentino y no descartan que desde las antenas que se instalarán en Neuquén puedan realizarse tareas de seguimiento de misiles. En el Ministerio de Defensa explicaron que nunca fueron consultados por este proyecto con China.
La Conae descartó tajantemente la posibilidad de un uso militar de la estación espacial. El secretario general de la Conae, Félix Menicocci, se presentó el miércoles pasado en la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado para explicar los alcances del acuerdo firmado entre los dos países. Allí negó que vaya a estar implicado personal militar chino en el proyecto. Algo similar dijeron a LA NACION fuentes de la embajada de China en Buenos Aires (ver aparte).
Para el especialista en temas internacionales Felipe de la Balze, "la estación satelital en Neuquén, en particular la mencionada red de telemetría, seguimiento y control, es una tecnología de uso dual civil y militar. Tiene además de sus usos civiles, usos militares de enorme relevancia y que podrían implicar a nuestro país en un futuro conflicto militar entre los Estados Unidos y China".
La oposición
El senador Fernando "Pino" Solanas (UNEN), que integra la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, al igual que los radicales Juan Carlos Marino y Ángel Rozas y el socialista Rubén Giustiniani mostraron duros reparos al acuerdo que se dispone a aprobar el kirchnerismo en el recinto esta semana."El acuerdo no especifica si el personal que empleará China será militar o no. Pero en caso de ser militares, el ingreso al país debe estar sujeto al régimen especial de la ley 25.880 de ingreso de tropas", dijo Solanas.
El legislador de UNEN evaluó que la tecnología utilizada es "sensible y de uso dual, civil/militar, ya que China tiene integrados estos programas y se utiliza también para el tracking [seguimiento] de la actividad aeroespacial y misilística". Además, Solanas dijo que están comprobados los lazos de CLTC con los organismos militares chinos, con el Centro Nacional de Control y Seguimiento Misilístico del Espacio y, lo más destacado, el CLTC depende específicamente del Departamento General de Armamento y de la Comisión Central Militar del Ejército Popular de Liberación de China.
También se supo que el director de la CLTC sería a la vez jefe militar del Departamento de Armamento General del Ejército chino.
A su vez, el senador Marino dijo que el proyecto que se construye en Neuquén será "una verdadera cesión de soberanía de territorio argentino a China". El lugar sería custodiado en el futuro por la Gendarmería y no podrá ingresar cualquiera.
En el caso de que haya personal militar chino en la estación de Bajada del Agrio y haya un proyecto militar detrás, las objeciones por las exenciones impositivas por 50 años, la legislación laboral con la que se trabajará allí y la participación de la Conae en el proyecto apenas pasarán a ser una pequeña anécdota..
Lunes 08 de septiembre de 2014
Pekín y el Gobierno minimizan las críticas
Dijeron que no habrá personal militar en la estación espacial
Desde la Casa Rosada, la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) y la embajada de China
en Buenos Aires trataron de restarle dramatismo a la instalación de
una estación espacial de exploración de la Luna, que ya se está
construyendo en Neuquén.
El
secretario general de la Conae, Félix Menicocci, dijo en el Senado que
"no habrá personal militar de China en el proyecto" y minimizó el
impacto geopolítico a nivel mundial que podría tener la presencia de una
estación espacial china en la Argentina.A la vez, fuentes de la Conae consultadas por LA NACION dijeron que la antena que se instalará en la estación de Bajada del Agrio en Neuquén "contendrá equipamiento apuntable a un sector determinado del espacio, pero no servirá para seguimiento de misiles ni móviles veloces". Esto significa que, según la versión oficial de la Conae, esa antena no tendría capacidad para hacer seguimiento de misiles en el futuro, aunque no es lo mismo que piensan altos funcionarios del Ministerio de Defensa.
Como una forma de justificar el acuerdo con China, en la Casa Rosada dijeron que el proyecto dejará una inversión de 300 millones de pesos y que en la estación espacial "residirán 10 científicos chinos todo el año y 25 rotarán". Claro que nada de esto establece la letra chica que se conoció del acuerdo marco firmado recientemente entre Cristina Kirchner y su par chino, Xi Jinping.
En su reciente visita a Pekín, el ministro de Planificación, Julio De Vido, calificó como un "nuevo hito" la relación entre ambos países. Al hablar sobre la estación espacial de China en Neuquén, De Vido destacó: "Nuestro país, que cuenta con gran experiencia, capacitación de recursos humanos y desarrollo propio en materia aeroespacial, como satélites de observación de la Tierra, de telecomunicaciones, y que está desarrollando su propio lanzador de satélites Tronador II, podrá también formar parte del reducido grupo de países que realizan exploración del universo".
Por otra parte, fuentes de la embajada de China en Buenos Aires dijeron a la nacion que "en contraste con las inversiones comerciales, este proyecto es una obra pública de uso civil, sin fines de lucro, y no tiene participación de militares".
A su vez, los diplomáticos chinos resaltaron que "la supuesta pérdida de la soberanía argentina no se corresponde con la realidad y es un dicho puramente absurdo".
Con la intención de transmitir tranquilidad en la Argentina y clarificar los objetivos del polémico proyecto, las fuentes de la embajada de China explicaron que "la estación de espacio lejano en América del Sur se construirá para dar apoyo a la exploración lunar y otras misiones de exploración espacial profunda de China, que tiene como objetivo utilizar recursos espaciales con fines pacíficos, desarrollar la tecnología e investigación espacial en beneficio de toda la humanidad".
PACTOS QUE AFIANZAN EL VÍNCULO BILATERAL.
En su reciente visita al país Cristina Kirchner y su par Chino, Xi Jinping, firmaron mas de 15 acuerdos para poner en marcha en lo inmediato.
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