Diario "Clarín". Buenos Aires, 30 de noviembre de 2014.
"La desigualdad no es algo para dejar en mano de los economistas"
Diálogos a fondo.El economista Thomas Piketty cree que la mala distribución del ingreso entorpece el crecimiento.
A principios de año la revista The Economist
lo bautizó como “El Marx moderno” y este fin de semana el Financial
Times incluyó su libro en el ránking de lecturas obligatorias. El
economista francés Thomas Piketty, autor del best seller El Capital en
el siglo XXI, logró lo que muchos de sus colegas anhelan y no siempre
consiguen: llegar al gran público. Piketty saltó a la fama en EE.UU. de
la mano del debate entre demócratas y republicanos sobre el aumento de
la brecha entre ricos y pobres en la era Bush. Muchas de las
estadísticas del francés fueron citadas en Washington y, de a poco,
reproducidas en blogs como el de Paul Krugman, en The New York Times.
Piketty recopiló cifras sobre distribución del ingreso en más de 20
países a lo largo de 300 años. Su obra retoma un tema pionero de la
economía: el estudio de la distribución del ingreso. El economista del
momento llegará a Buenos Aires el 16 enero. Su arribo coincide con la
publicación de la versión en castellano de su libro, ya disponible en
Buenos Aires. Clarín contactó a Piketty y a su agente editorial para
concretar la entrevista. Pusieron como condición hacerla vía mail porque
Piketty estaba en China. Clarín elaboró un cuestionario de 28
preguntas. Luego el editor de Piketty exigió que fueran entre 5 y 10.
Clarín envió 10. Piketty respondió 7. Aquí están.
¿Cómo explica el gran suceso de su libro “El Capital en el siglo XXI”?
Básicamente por dos motivos. Primero, refleja una fuerte demanda de conocimiento económico. Segundo, es de fácil lectura.
A la hora de escribir el libro, ¿se propuso llegar a los especialistas o a la gran audiencia?
El objetivo era presentar un material histórico de fácil acceso para todos y que cada uno saque sus conclusiones. Los temas de desigualdad, ingresos y riqueza, capital y deuda pública, inflación e imposición fiscal, ¡son demasiado importantes para dejarlos en manos de un pequeño grupo de economistas!
¿Por qué importa la desigualdad en países emergentes como Argentina? ¿No piensa que la reducción de la pobreza es más relevante?
Pienso que ambas, la pobreza y la desigualdad, son importantes. La brecha no es un problema en sí mismo si resulta buena para el crecimiento y a su vez para los pobres. El inconveniente es que la desigualdad extrema no es útil para el crecimiento de un país: tiende a generar baja movilidad, y a veces, ello conduce a inestabilidad política. Los países emergentes necesitan más transparencia sobre los ingresos y riquezas de sus habitantes para conocer cómo los distintos grupos sociales se benefician del crecimiento.
¿Qué impacto tiene la inflación en la distribución del ingreso?
Su impacto puede ir en cualquier dirección, jugar a favor o en contra. Por eso, para mejorar la distribución, prefiero un impuesto progresivo sobre la riqueza.
En su libro estableció una fórmula que explica por qué empeora la brecha entre ricos y pobres: la ganancia de los capitalistas crece más rápido que la economía. ¿Siempre funciona así esa relación?
Que la riqueza suba mas que el crecimiento de la economía no implica que la desigualdad aumente para siempre; más bien implica que una desigualdad muy grande se puede perpetuar en el tiempo.
El boom en los precios de las propiedades, ¿subió la concentración?
El aumento de los precios de las propiedades juega un papel muy importante en los retornos de los patrimonios más elevados y herencias. En muchos países los más jóvenes enfrentan dificultades para acceder a la propiedad porque sólo disponen de un trabajo pero no de riqueza familiar.
Usted propone un impuesto global a la riqueza para combatir el crecimiento de la desigualdad. ¿Una propuesta así será aceptada en economías en crisis como las europeas? ¿Qué hay en países como China, India o algunos de América Latina, donde – salvo pocas excepciones – no existe una cultura a pagar impuestos?
En primer lugar déjenme decir que ¡no necesitamos esperar que un gobierno global comience a moverse en esa dirección! La mayoría de los países tienen sistemas tributarios sobre las sucesiones y las propiedades. La cuestión reside en hacerlos más progresivos, reduciendo la carga impositiva para quienes tratan de acceder a comprar una propiedad y aumentarlo para los que se encuentran en un nivel más alto. En China se está pensando ir en esa dirección. Comenzaron a darse cuenta de que poner en prisión a unos pocos multimillonarios, de vez en cuando, no es eficaz para regular la desigualdad de la riqueza. En los países emergentes se necesitan planteos y estrategias más sistemáticas, como resultan los impuestos, y como se hace en los países más ricos.
¿Cómo explica el gran suceso de su libro “El Capital en el siglo XXI”?
Básicamente por dos motivos. Primero, refleja una fuerte demanda de conocimiento económico. Segundo, es de fácil lectura.
A la hora de escribir el libro, ¿se propuso llegar a los especialistas o a la gran audiencia?
El objetivo era presentar un material histórico de fácil acceso para todos y que cada uno saque sus conclusiones. Los temas de desigualdad, ingresos y riqueza, capital y deuda pública, inflación e imposición fiscal, ¡son demasiado importantes para dejarlos en manos de un pequeño grupo de economistas!
¿Por qué importa la desigualdad en países emergentes como Argentina? ¿No piensa que la reducción de la pobreza es más relevante?
Pienso que ambas, la pobreza y la desigualdad, son importantes. La brecha no es un problema en sí mismo si resulta buena para el crecimiento y a su vez para los pobres. El inconveniente es que la desigualdad extrema no es útil para el crecimiento de un país: tiende a generar baja movilidad, y a veces, ello conduce a inestabilidad política. Los países emergentes necesitan más transparencia sobre los ingresos y riquezas de sus habitantes para conocer cómo los distintos grupos sociales se benefician del crecimiento.
¿Qué impacto tiene la inflación en la distribución del ingreso?
Su impacto puede ir en cualquier dirección, jugar a favor o en contra. Por eso, para mejorar la distribución, prefiero un impuesto progresivo sobre la riqueza.
En su libro estableció una fórmula que explica por qué empeora la brecha entre ricos y pobres: la ganancia de los capitalistas crece más rápido que la economía. ¿Siempre funciona así esa relación?
Que la riqueza suba mas que el crecimiento de la economía no implica que la desigualdad aumente para siempre; más bien implica que una desigualdad muy grande se puede perpetuar en el tiempo.
El boom en los precios de las propiedades, ¿subió la concentración?
El aumento de los precios de las propiedades juega un papel muy importante en los retornos de los patrimonios más elevados y herencias. En muchos países los más jóvenes enfrentan dificultades para acceder a la propiedad porque sólo disponen de un trabajo pero no de riqueza familiar.
Usted propone un impuesto global a la riqueza para combatir el crecimiento de la desigualdad. ¿Una propuesta así será aceptada en economías en crisis como las europeas? ¿Qué hay en países como China, India o algunos de América Latina, donde – salvo pocas excepciones – no existe una cultura a pagar impuestos?
En primer lugar déjenme decir que ¡no necesitamos esperar que un gobierno global comience a moverse en esa dirección! La mayoría de los países tienen sistemas tributarios sobre las sucesiones y las propiedades. La cuestión reside en hacerlos más progresivos, reduciendo la carga impositiva para quienes tratan de acceder a comprar una propiedad y aumentarlo para los que se encuentran en un nivel más alto. En China se está pensando ir en esa dirección. Comenzaron a darse cuenta de que poner en prisión a unos pocos multimillonarios, de vez en cuando, no es eficaz para regular la desigualdad de la riqueza. En los países emergentes se necesitan planteos y estrategias más sistemáticas, como resultan los impuestos, y como se hace en los países más ricos.
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