jueves, 16 de abril de 2015

ARGENTINA - ESPAÑA 2013. VUELVE LA TENSIÓN

Reclamo

Vuelve la tensión entre la Argentina y España

Por  | LA NACION
 
MADRID.- Desde hace un año y medio el péndulo de la relación entre la Argentina y España va del enfrentamiento abierto a la indiferencia, pasando por breves períodos de sigilosos intentos de reconciliación. La bola vuelve a acercarse al extremo de la tensión.
La señal pública de conflicto la dio el canciller Héctor Timerman con la áspera carta que le envió a su par José Manuel García Margallo para denunciar un acto "ilegítimo y discriminatorio" en la decisión del gobierno de Mariano Rajoy de cerrar las puertas al biodiésel argentino, que tenía en España su mayor comprador. La queja no hizo más que dejar en evidencia el fracaso de meses de gestiones para normalizar el diálogo bilateral.
El malestar de Timerman se potenció porque no tuvo información previa de la orden del Ministerio de Industria español, que sacó del mercado a las empresas argentinas, líderes mundiales en el sector. El Gobierno se enteró cuando la información salió en LA NACION, una semana después de que se publicara sin estridencias en el Boletín Oficial.
El gobierno de Rajoy había demorado la aplicación de las restricciones -reclamadas por las empresas de biocarburantes locales- mientras había alguna expectativa de éxito en las gestiones para llegar a un acuerdo en el conflicto que hizo estallar la relación bilateral: la expropiación del 51% de las acciones de Repsol en YPF.
En ese lapso de negociaciones, García Margallo llegó a tentar a la Argentina con un reclamo común en foros internacionales contra Gran Bretaña por la soberanía sobre Malvinas y Gibraltar. Cuando el ministro español se reunió con Timerman en Nueva York, en septiembre, el canciller argentino llegó a emitir un comunicado para anunciar un acuerdo. García Margallo lo matizó al día siguiente.
Lo que no sabían los funcionarios argentinos es que para entonces España ya negociaba con Gran Bretaña para bajar el tono de la disputa en la frontera de Gibraltar. Hace tres semanas presentaron una declaración conjunta ante Naciones Unidas, en la que se comprometen a dialogar civilizadamente. La imaginaria alianza antibritánica pasó al olvido.
En ese contexto, España dispuso un repentino cambio en su embajada en la Argentina. El actual jefe, Román Oyarzún (asumió días antes de la expropiación a Repsol), fue nombrado hace diez días representante ante las Naciones Unidas. En su lugar, propondrá a Estanislao de Grandes, diplomático de carrera de 66 años, actual embajador ante Rumania, confirmaron a LA NACION fuentes de la Moncloa. Es un hombre con fama de dialoguista, que llega con una misión módica: que las relaciones no se compliquen más de lo que están.
El caso Repsol estará en su agenda, pero es poco probable que tenga margen de acción.
La Argentina hizo intentos de salir de esa crisis, que significa un obstáculo para el objetivo de la petrolera estatizada de conseguir inversiones multimillonarias para explotar el yacimiento neuquino de Vaca Muerta.
En febrero y en junio envió a España ofertas de compensación a Repsol a través de accionistas minoritarios de la empresa. Primero, a través del grupo financiero La Caixa y, luego, de la petrolera estatal mexicana Pemex. Ambos intentos fueron resistidos por el presidente de la compañía, Antonio Brufau, a quien Cristina Kirchner buscó destronar.
La última jugada la protagonizó el CEO de YPF, Miguel Galuccio. Viajó a Madrid, se reunió con el ministro de Industria, José Manuel Soria, y lanzó por los medios un ultimátum a Repsol: si no aceptaba lo ofrecido, el Gobierno saldaría el conflicto con un pago unilateral de US$ 1500 millones (los españoles reclaman en al menos US$ 10.500 millones).
Soria fue terminante en el apoyo del gobierno a la estrategia de la empresa. Lo mismo hizo días después el propio Rajoy en una reunión con el presidente de México, Enrique Peña Nieto, quien le transmitió el interés de Pemex por encontrar una solución a la crisis (la petrolera azteca lo necesita para hacer negocios en Vaca Muerta).
Mientras caían esas negociaciones, el gobierno español aumentó su fastidio por el apoyo que le atribuyen a la Casa Rosada en la reapertura de causas por crímenes cometidos durante el franquismo. La jueza federal María Servini de Cubría pidió la captura de cuatro ex policías de la dictadura española y puso a Rajoy en la incómoda tarea de gestionar un pasado que los grandes partidos locales prefieren olvidar.
Pero, además, abrió el consulado en Madrid para recibir denuncias de las víctimas. Y el impacto de esas noticias motivó una misión del Comité de la ONU contra la Desaparición Forzada de Personas que exigió a España reabrir las investigaciones sobre el régimen de Franco.
La semana próxima en la Argentina estarán atentos a otro movimiento del gobierno español: Sergio Massa llegará a Madrid para instalarse como presidenciable y hay versiones de que será recibido por figuras centrales de la administración Rajoy. Un gesto que podría molestar al kirchnerismo mucho más que cualquier delicada intriga diplomática..

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