lunes, 12 de enero de 2015

ARGENTINA. GASODUCTOS 2007



La crisis energética: admisión de empresas y funcionarios

Todas las ampliaciones de gasoductos están paradas

A raíz del caso Skanska, los inversores no aportan fondos por temor a sufrir imputaciones
Por   | LA NACION
Las presuntas coimas en el caso Skanska no sólo desembocaron en un escándalo político seguido de la renuncia de dos altos funcionarios del Gobierno: todas las obras de ampliación de gasoductos planificadas para aliviar la crisis energética están en este momento totalmente paralizadas. Se trata nada menos que de 1500 kilómetros de cañerías que preveía el proyecto oficial y de los que no hay un solo metro instalado.
Las obras se detuvieron a comienzos de año tras conocerse los casos de supuestos sobreprecios en el Fideicomiso I (caso Skanska), que terminó con la renuncia de Fulvio Madaro, director del Ente Nacional Regulador del Gas (Enargas), y de Néstor Ulloa, gerente de Nación Fideicomisos. Los inversores que deben aportar los fondos para el Fideicomiso II, que contempla las nuevas ampliaciones, se niegan a hacerlo por temor a sufrir imputaciones.
Todas las empresas involucradas, y aun funcionarios del Gobierno, coinciden en off the record : todo está congelado. En cambio, el Ministerio de Planificación dice oficialmente que las obras siguen adelante.
El plan era ambicioso y parte de él había sido anunciado el 11 de mayo de 2004 en la Casa Rosada por el presidente Néstor Kirchner ante un auditorio repleto de empresarios de todos los sectores. Proyectaba ampliaciones de transporte de gas en 24,2 millones de metros cúbicos diarios, es decir, el equivalente al actual déficit de suministro que tiene el país. El anuncio incluía la construcción del Gasoducto del Nordeste, que llevaría gas desde Bolivia hasta las provincias del Litoral y Buenos Aires, y empezaría en mayo de 2006, hoy apenas otro proyecto.
Ya en junio de 2005, durante un acto en Bahía Blanca, el ministro de Planificación, Julio De Vido, confiaba en que quizá parte de las ampliaciones estarían en 2006. "Señores, la Argentina tiene un plan energético que está siendo cumplido a rajatabla y fue anunciado el 11 de mayo de 2004 -se entusiasmó aquel día el ministro-. Estas obras se hacen en contra de los pronósticos, que fueron de lo más pesimistas en 2004. Se venció, con la fe, al escepticismo."
Pero no todo salió bien. Por diferentes motivos, el país ha conseguido desde entonces expandir sus gasoductos en apenas 5 millones de metros cúbicos diarios. La preocupación empieza en el Gobierno, que decidió crear la semana pasada la Unidad de Coordinación de Fideicomisos de Infraestructura, que depende del Enargas y pretende impulsar las obras. Funcionarios de Planificación admitieron a LA NACION la paralización de las obras.
La inquietud termina en las empresas como Transportadora de Gas del Norte (TGN) y Transportadora de Gas del Sur (TGS), en las que se advierte, además de la ausencia de certezas sobre los proyectos, un inocultable pavor por hacer declaraciones. "Por favor, no escriba mucho de esto", es el ruego sin precedente de un ejecutivo, que avisa, sin embargo, que se buscará reactivar las ampliaciones durante esta semana, en varias reuniones.
Tanto recelo empresarial se explica mejor en una anécdota reciente. El directorio de Cammesa, la empresa mixta que administra el sistema eléctrico argentino y que preveía contratar 8 millones de metros cúbicos del gas en cuestión, firmó a principios del mes pasado un acta que deja sentado que el costo de las próximas ampliaciones deberá hacerse por cuenta y orden de la Secretaría de Energía. Todo prolijo, por escrito, para esquivar cualquier responsabilidad.
El Gobierno sabe de las demoras, pero lo niega en público. "Las obras no están paradas -se atajaron en un despacho oficial-. Pero todo el mundo cree que hacer obras es enterrar caños: ya hay 50 kilómetros de caños terminados en puerto San Julián [Santa Cruz] y en Brasil, el equivalente a una superficie de cinco canchas de fútbol." La brasileña Odebrecht será la principal constructora del proyecto.

Pruebas de un invierno frío

En realidad, el propio Gobierno vislumbra poco gas para el próximo invierno. Primera prueba: el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, el hombre elegido por Kirchner para cabalgar la crisis, empezó en estos días a presionar a las generadoras eléctricas que funcionan sólo con gas para que inviertan y adapten sus equipos para operar también con gasoil.
Prueba número dos: las usinas de Timbúes (Santa Fe) y Campana que el Gobierno quiere inaugurar entre marzo y mayo próximos fueron sometidas a procesos, mediante laminados de acero inoxidable, para que el gasoil no dañe las calderas, porque no habrá gas. Son US$ 3,7 millones de inversión adicional en cada una de las térmicas para evitar la corrosión.
"La verdad es que hubieran venido muy bien estas ampliaciones durante este invierno", se lamentó en estos días un ejecutivo del sector. El escenario de postergaciones había sido intuido, apenas despuntó el caso Skanska, por dirigentes de la Unión Industrial Argentina (UIA). Lo dijo claramente Héctor Méndez, entonces presidente de la entidad fabril, durante una reunión interna el 27 de marzo pasado.
Los industriales no sólo objetaban los cargos tarifarios por el repago del proyecto: también decían que quizá no era viable. Pero temían, casi en una profecía, que las críticas frenaran todo. Méndez advirtió ese día a su pares, según la versión taquigráfica a que tuvo acceso este diario (acta N° 484): "Si entramos en el cuestionamiento de la obra, debemos tener alternativas para proponer. Porque si nos transformamos en críticos, se nos viene encima toda la contra de todos los sectores".
Como la idea es ahora recuperar el tiempo perdido, en algunas áreas de las firmas transportistas y del Gobierno quieren readaptar los proyectos iniciales por otros menos ambiciosos y más fáciles de concretar. Se dice por ejemplo que si todo se acelerara, la instalación de máquinas compresoras se haría en tres meses. Y que cumplir con la ampliación en 24,2 millones de metros cúbicos le llevará a la Argentina por lo menos dos años y medio.
El proyecto inicial prevé colocar caños, instalar cuatro compresoras nuevas y agregarles potencia (más de 100.000 HP) a las existentes. La urgencia y el temor a un Skanska II obligaron además, en las últimas semanas, a revisar los controvertidos costos, estimados en marzo en US$ 2340 millones. En algunas contratistas ya se calcula otra vez lo que se conoce como "valor de unidad de referencia", es decir, el precio por tramo. .
 
 

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