martes, 15 de septiembre de 2015

EDUCACIÓN 1998 Esta política educativa ignora a los pobres

Diario "Clarín". Buenos Aires, 2 de junio de 1998.

TRIBUNA ABIERTA Esta política educativa ignora a los pobres

Más de 14 millones de jóvenes y adultos se encuentran en una situación de riesgo educativo
  • Significa que no están capacitados para participar plenamente de la vida social, económica y política del país

    MARIA TERESA SIRVENT. Dra. en Sociología y Educación. Investigadora IICE/UBA .
    Las políticas educativas actuales ignoran la situación de profunda pobreza educativa en la que se halla el 75% de la población económicamente activa de más de 15 años que ya no está en la escuela. Son 14.215.591 (Censo 1991), ciudadanos argentinos, jóvenes y adultos que, según nuestras investigaciones, están condenados a un probable futuro de marginación social, política y económica. Para la franja de jóvenes de 15 a 24 años las cifras son también graves: el 77,40% se encuentra en situación de riesgo educativo, lo que hace una cantidad de 2.387.626 jóvenes. Son los jóvenes y adultos que alguna vez se matricularon en la escuela al inicio de su escolarización primaria y fueron abandonando su caminata educativa sin haber logrado los niveles básicos de educación formal necesarios para enfrentar la complejidad social, política y económica del mundo actual; es decir que sólo alcanzaron un nivel de primaria incompleta, o primaria completa, o con suerte, los menos, algunos peldaños de la educación media. Estar en situación de riesgo educativo, significa no haberse apropiado de los conocimientos, actitudes, habilidades y destrezas necesarias para participar en una forma plena, crítica, creativa y autónoma en la vida social, política y económica. Ser alfabeto en la actualidad supera ampliamente la adquisición de los instrumentos básicos de la lectura y escritura; implica la apropiación de una compleja red de conocimientos que posibilita la participación real y ciudadana.Zona rojaEl mapa de la República Argentina muestra la profunda situación de riesgo educativo en la que se encuentra la población de 15 a 24 años que ya no está en la escuela según el censo de 1991 (INDEC). De estos jóvenes debe considerarse que la mayoría posee sólo educación primaria incompleta o completa. Todas las provincias argentinas tienen un nivel de riesgo educativo mayor al 70%, con situaciones más extremas como son las de las provincias donde se alcanzan niveles de riesgo superiores al 85%. En el caso de Misiones, por ejemplo, de cada 100 jóvenes 88 están situados en el área roja del peligro de un futuro de marginación social, política y económica. Capital Federal es una excepción, con un 55% de población en situación de riesgo educativo; cifra que no es de manera alguna insignificante y que por otra parte neutraliza las profundas diferencias sociales entre barrios. Estos jóvenes son los adultos de hoy de 22 a 31 años. Las evidencias nos indican que esta situación se reproduce hoy día y que una mínima proporción de esta población (alrededor de un 3%) ha ingresado alguna vez a una instancia de educación de adultos que compensara su educación y lo introdujera en un nuevo mundo del conocimiento universal.Esta situación es de suma gravedad para los jóvenes y adultos provenientes de hogares pobres: en los grupos con necesidades básicas insatisfechas más del 92% de los jóvenes y adultos mayores de 15 años que ya no están en la escuela no han adquirido las calificaciones educativas mínimas para enfrentar los desafíos sociales, políticos y económicos del mundo actual. Más del 40% con sólo primaria incompleta.Estas cifras son el reflejo de una grave situación de discriminación, exclusión e injusticia social y educativa e indicadores de una alta probabilidad de marginación social.No hay más lugarNuestra respuesta es drástica: no existe lugar para esta población en nuestras políticas actuales. Estos son los silencios de la reforma; silencios que están dando cuenta por un lado, de un posicionamiento ideológico, pero por el otro, y paradojalmente está representando un grave riesgo para el crecimiento social y democrático del país. Esta población debería ser una de las prioridades a través de una renovación preferencial de nuestro desmantelado sistema de educación de adultos. Investigaciones en otros países sirven para entender uno de los grandes errores de la reforma actual en nuestro país: pretender extender y mejorar la escolarización infantil y adolescente sin atender al mismo tiempo al crecimiento educativo de las familias y del entorno adulto que rodea a la infancia y a la adolescencia. Son los países más fuertes los que tienen más cantidad de educación de adultos y más adaptada a las necesidades de educación continua para todos; no sólo como una educación compensatoria sino fundamentalmente para facilitar la apropiación permanente de nuevos conocimientos y la incorporación de los adultos a los diferentes niveles de la enseñanza.Lo que caracteriza a los países débiles y dependientes es la desatención de la educación de adultos convirtiéndola en un apéndice del sistema escolar de muy escasa importancia en el conjunto de la sociedad. Este es, exactamente el caso de la política educativa de la Argentina. La situación de una oferta formal de adultos cuya población está compuesta en su mayoría (más del 60%) por adolescentes y jóvenes expulsados del Sistema Educativo se agrava con la implementación de la Ley Federal en los niveles primario y medio. Ha aumentado la población infantil y adolescente que abandona la escuela primaria temerosa de no terminar el aumento de años de escolaridad obligatoria y que se arrima a las escuelas de adultos que de a poco se están convirtiendo en escuelas de adolescentes y de niños. Los docentes aceptan estos alumnos a pesar de no tener la edad reglamentaria por considerar que no tienen otra oportunidad de completar estudios.Cambio de 180 gradosCon la actual política educativa de fragmentación y destrucción del sistema de educación pública, en un contexto de pobreza creciente y desempleo, es difícil pensar en una superación de las situaciones de riesgo educativo no solo de los jóvenes y adultos de hoy sino también de las nuevas generaciones.Se hace imperioso un viraje de 180 grados de la política educativa que debe ser pensada desde la perspectiva de una educación permanente y teniendo como eje la participación del docente y de toda la comunidad educativa. No hablamos de una nueva bajada de línea, sino de una construcción colectiva. Nos referimos a una democratización real de la educación que debe abarcar acciones articuladas, desde la primera infancia, entre la escuela, la familia, las organizaciones sociales y la comunidad. La educación de adultos debe recibir una atención preferencial, en el marco de una educación permanente, que restituya su especificidad, desmantelada actualmente, y le otorgue el lugar que su importancia requiere.La educación permanente supone una política de Estado global y no meros agregados o modificaciones parciales de la actual política educativa. No es solo una política compensatoria.Supone la distribución justa y a lo largo de toda la vida de la mayoría de la población de los conocimientos necesarios para una participación ciudadana crítica y autónoma. Y esto es responsabilidad inalienable del Estado.









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