Bush y Putin buscarán superar sus diferencias en Eslovaquia
La tirantez entre dos presidentes que se consideran aliados creció en los últimos días
LA NACION,Jueves 24 de febrero de 2005
BRATISLAVA.- El clima cambió. Las espesas nubes de nieve sobre esta
ciudad parecen contagiadas del hielo que se instaló en las últimas horas
sobre el optimismo inicial con que se esperaba la cumbre de hoy entre
los presidentes Vladimir Putin y George Bush, punto final de la
histórica gira de reconciliación entre Washington y Europa, emprendida
por el mandatario norteamericano.
"La verdad es que nunca hubo, como ahora, tantas diferencias en las
cuestiones fundamentales", sintetizó el jefe del comité ruso de
Relaciones Exteriores, Mikhail Marguelov.
La agenda es compleja. Bush quiere hablar de mayores libertades en Rusia, de la paz en Medio Oriente, de respaldo para la acción en Irak, de lucha común contra el terrorismo y de desaliento a todo lo que sea el desarrollo de tecnología nuclear en países que no acepten revisiones internacionales.
Y Putin está mucho más interesado en facilitar el ingreso de Rusia en la Organización Mundial del Comercio (OMC) y en acuerdos para vender su combustible nuclear a Irán, idea que horroriza a Bush.
Como telón de fondo, está la prédica de Bush "por la promoción de la libertad en el mundo", recientemente aplaudida en Europa. Pero de la que Putin desconfía cuando ve en ella un instrumento para presionar en objetivos de política exterior.
Con esa perspectiva, no parece un encuentro sencillo.
"Tal vez no sea más que un diálogo de sordos", dicen los observadores más pesimistas.
Del otro lado, la confianza está puesta en la "buena sintonía personal" que ambos líderes mostraron en sus encuentros previos.
Pero, como para marcar territorio, antes de llegar a Eslovaquia, Putin plantó ya un durísimo freno a Bush: "Estamos en contra de que la democracia se emplee como instrumento para alcanzar objetivos en política exterior o para manipular a un país tan importante como Rusia", dijo, en obvia referencia a las críticas del norteamericano sobre "trabas" al proceso democratizador ruso.
Aquí nadie oculta el desagrado de Putin al conocer el flamante entendimiento de Bush con líderes europeos, cargado de expresiones críticas contra Moscú, tanto por sus demoras en el proceso democratizador del país como en el respaldo que da, con la venta de combustible nuclear, al desarrollo de la industria atómica en Irán.
El presidente de los Estados Unidos, que llegó anoche a esta ciudad, también anticipó dardos al afirmar que hoy planteará a Putin "el deterioro de las libertades democráticas en Rusia", país que -como parte de Europa, argumentó- "debe adoptar los mismos valores que los Estados Unidos".
Pero, tras cuatro días de guardar las formas en el viejo continente, Bush aseguró que hará todo eso? "con ánimo constructivo". O, como se diría en Buenos Aires? "todo bien".
Las autoridades eslovacas, que paladeaban su papel de anfitrionas en la cumbre de hoy como base para un entendimiento duradero entre las dos potencias, veían anoche, afligidas, el súbito cambio de ánimos entre ambos líderes.
"El encuentro se anunció como un diálogo de amigos, pero esto se está complicando", decían anoche analistas de la televisión local.
"Yo espero poder seguir colocando mis souvenirs", dijo -entrevistado en su puesto callejero- uno de los vendedores que, desafiando el frío, anunciaba gorras y banderas con las caras de Putin y de Bush estampadas, sonriendo sobre el perfil de la ciudad.
Por lo pronto, el tiempo de encuentro entre ambos líderes se redujo casi a la mitad: de las cuatro horas iniciales, sólo quedan dos y media. Transcurrirán a puertas cerradas, en el castillo de Bratislava, cuyas altas escaleras la emperatriz María Teresa agotaba a puro galope en su caballo, algo que difícilmente haga hoy la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, quien tendrá cuidado entre sus tacos y la nieve.
Las cuatro torres de esa fantástica fortaleza medieval -una más entre las 180 que Eslovaquia posee en una extensión comparable a la de la provincia de Jujuy- eran anoche monitoreadas otra vez por el ejército de agentes de seguridad que invadió la ciudad.
Muchos de ellos descubrieron el desconcierto de la poliglotía: hasta la antena más precaria capta emisiones de radio en ruso, eslovaco, ucranio, polaco, esloveno, alemán, húngaro y checo. Bratislava es, desde hace siglos, una encrucijada de caminos que ahora terminan -o desean terminar en un futuro- en la Unión Europea.
Parálisis
Pero todo -hasta el paso de barcos por el Danubio- se detuvo ayer durante las tres horas que, entre las 19 y las 22, se dieron de margen para el aterrizaje del Air Force One, que finalmente tocó tierra -o mejor dicho, nieve- a las 20. Para entonces también los pasos fronterizos estaban cerrados y una cola de camiones esperaba en el paso de Jarovce, en la ruta que comunica con Austria.Hay policía de todo tipo por toda la ciudad: de civil, de uniforme, antidisturbios, experta en explosivos, de unidades de emergencia química y, por supuesto, de tránsito, para intentar ordenar el caos que todos esos desplazamientos generan y que se complican aún más con la llegada de carros blindados.
Pero el mayor de los misterios se lo lleva Putin. Un sondeo de LA NACION entre vecinos de la ciudad reveló que los movimientos del ruso son los menos conocidos. "Es que de él no dicen casi nada", fue la explicación coincidente.
Hoy será el gran día. Y más allá de cómo se despidan ambos presidentes, lo que ya acredita Eslovaquia con su papel es toda una señal de confianza para los nuevos socios de Europa del Este, el mosaico al que la diplomacia norteamericana la gusta llamar -con cierta gota de malicia- "la nueva Europa".
Acuerdo sobre misiles
MOSCU (AFP).- Rusia y Estados Unidos firmarán hoy en Bratislava un
acuerdo para el control de misiles tierra-aire, según anunció ayer el
consejero del Kremlin para política exterior, Serguei Prijodko. El
documento, propuesto por Rusia, será firmado por la secretaria de Estado
norteamericana, Condoleezza Rice, y el ministro de Defensa ruso,
Serguei Ivanov, paralelamente a la cumbre entre Bush y Putin. El acuerdo
establece que las dos partes se informarán sobre sus ventas de este
tipo de armamento, pero no estarán obligadas a revelar transacciones
pasadas, lo que "sería difícilmente posible de forma retroactiva",
precisó el consejero del Kremlin.
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