Los préstamos del nuevo Tío Rico tienen costos y beneficios
IECO CLARIN BUENOS AIRES, 22 de marzo de 2015.
ANALISISLa sucesión de acuerdos sobre préstamos e inversiones chinas firmados por los gobiernos de Buenos Aires y Pekín no son un fenómeno aislado: forman parte de la expansión económica de China en América Latina y en otras regiones del planeta (eso incluye a Europa, como lo muestra la flamante asociación de países europeos con un banco de inversión chino, que está causando conmoción en Estados Unidos por sus aristas geopolíticas). La creciente relación financiera de la Argentina con China tiene los beneficios y costos de una asociación asimétrica.- Julio Sevares Economista
La sucesión de acuerdos sobre préstamos e
inversiones chinas firmados por los gobiernos de Buenos Aires y Pekín no
son un fenómeno aislado: forman parte de la expansión económica de
China en América Latina y en otras regiones (eso incluye a Europa, como
lo muestra la flamante asociación de países europeos con un banco de
inversión chino, que está causando conmoción en EE.UU.) En América
Latina, la irrupción económica china está encuadrada en una serie de
acuerdos entre las partes, el último de los cuales es el realizado en
enero pasado entre la Celac (nueva asociación de 33 países
latinoamericanos) y China por el cual esta última se compromete a
financiar un plan quinquenal de inversiones por nada menos que 250.000 millones de dólares.
El comercio, los préstamos y las inversiones chinas en Latinoamérica (como en Africa y Asia) están firmemente articulados por el objetivo estratégico chino de garantizarse el abastecimiento de alimentos, materias primas y combustibles.
Sintetizando: Las importaciones chinas, que crecieron explosivamente desde comienzos del presente siglo, están compuestas mayormente por los productos citados. América Latina importa, a su vez, productos industriales y tiene déficit comercial; Las inversiones chinas están en su mayor parte orientadas a la producción y transporte de esos productos. Un nítido ejemplo, las prometidas para el Belgrano Cargas que trasporta soja del interior; Los préstamos están destinados, en buena medida, a financiar esas inversiones o empresas que compran productos chinos.
De este modo, América Latina tiene, por una parte, los enormes beneficios de un comprador ávido y de un rico inversor y prestamista.
Pero esta relación reproduce el esquema decimonónico de intercambio de materias primas por industria y de inversiones en la infraestructura vinculada con la explotación de los primarios ( remember los ferrocarriles y puertos argentinos construidos en buena medida por ingleses o con préstamos de ese origen).
La responsabilidad de esta situación no es, por cierto, de China, sino de los gobiernos que no aprovechan los recursos para articularlos con un programa de industrialización, negociar transferencia de tecnología y exigir asociaciones de los capitales chinos con empresas locales. Después de todo, eso es lo que hicieron los países asiáticos que crecieron en décadas pasadas y lo que hacen los chinos hoy.
En la Argentina este esquema está potenciado por los recientes y asimétricos acuerdos con Pekín.
El auge del crédito comenzó a partir de una reforma financiera que China lanzó en 1995, que estimuló el incremento de los créditos chinos al exterior.
El propósito de la reforma fue modernizar y expandir su sistema financiero en el mercado local y en el exterior, mejorar la capacidad de financiamiento de las empresas chinas y de las inversiones directas chinas en el exterior y, también, de promover la utilización del yuan-renminbi, la moneda china, como divisa de intercambio (los acuerdos de intercambio de monedas por los cuales bancos centrales como el argentino reciben renminbis son parte de esta estrategia).
Según estudios de economistas de la Boston University capitaneados por Kevin Gallagher, los créditos de entidades chinas a la región crecieron desde niveles muy bajos en 2007 (US$1.000 millones), alcanzando un pico de US$37.000 millones en 2010. Ese año, los créditos de entidades chinas superaron el financiamiento otorgado a la región por el Banco Mundial y el BID, que en 2007 sumaron US$14.000 millones y US$12.000 millones, respectivamente.
En los años siguientes decrecieron y en 2013 repuntaron, con un aporte de US$20.000 millones.
La mayor parte de los préstamos provino de bancos estatales como el Construction Development Bank, un banco de desarrollo orientado a financiar construcciones de viviendas e infraestructura; en menor medida participaron el China Export-Import Bank, banco de financiamiento del comercio exterior, y el banco comercial ICBC (cuyo principal accionista es el estado chino).
El hecho de que los bancos tengan al Estado chino como propietario o principal accionista es fundamental: una deuda con esas entidades se convierte, ante cualquier problema, en un problema político con la potencia asiática. La exposición política directa es mayor que la que surge de deudas con bancos o bonistas privados radicados en otras potencias.
La mayor parte de los créditos chinos en el 2008-2012 estuvieron destinados a infraestructura de transporte, comunicaciones y otros (30% del total) y a energía y minería (24%). La mitad tuvieron como destino a Venezuela, donde China financia obras vinculadas con la explotación petrolera y presta a cambio de petróleo. Con porcentajes menores –12% cada uno– le siguieron Brasil y Argentina.
Además de aumentar sus préstamos, los grandes bancos chinos lanzaron una estrategia de expansión en el mercado latinoamericano basada en la apertura de sucursales y asociaciones con bancos locales. Esto apunta, principalmente, a ampliar el financiamiento de las empresas chinas o que trabajen con ellas y a empresas o gobiernos que compren a China.
En Argentina, el ICBC (Industrial and Comercial Bank of China), principal banco comercial de China y uno de los mayores del mundo por capitalización de mercado, compró la filial local del Standard Bank por US$600 millones.
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El comercio, los préstamos y las inversiones chinas en Latinoamérica (como en Africa y Asia) están firmemente articulados por el objetivo estratégico chino de garantizarse el abastecimiento de alimentos, materias primas y combustibles.
Sintetizando: Las importaciones chinas, que crecieron explosivamente desde comienzos del presente siglo, están compuestas mayormente por los productos citados. América Latina importa, a su vez, productos industriales y tiene déficit comercial; Las inversiones chinas están en su mayor parte orientadas a la producción y transporte de esos productos. Un nítido ejemplo, las prometidas para el Belgrano Cargas que trasporta soja del interior; Los préstamos están destinados, en buena medida, a financiar esas inversiones o empresas que compran productos chinos.
De este modo, América Latina tiene, por una parte, los enormes beneficios de un comprador ávido y de un rico inversor y prestamista.
Pero esta relación reproduce el esquema decimonónico de intercambio de materias primas por industria y de inversiones en la infraestructura vinculada con la explotación de los primarios ( remember los ferrocarriles y puertos argentinos construidos en buena medida por ingleses o con préstamos de ese origen).
La responsabilidad de esta situación no es, por cierto, de China, sino de los gobiernos que no aprovechan los recursos para articularlos con un programa de industrialización, negociar transferencia de tecnología y exigir asociaciones de los capitales chinos con empresas locales. Después de todo, eso es lo que hicieron los países asiáticos que crecieron en décadas pasadas y lo que hacen los chinos hoy.
En la Argentina este esquema está potenciado por los recientes y asimétricos acuerdos con Pekín.
El auge del crédito comenzó a partir de una reforma financiera que China lanzó en 1995, que estimuló el incremento de los créditos chinos al exterior.
El propósito de la reforma fue modernizar y expandir su sistema financiero en el mercado local y en el exterior, mejorar la capacidad de financiamiento de las empresas chinas y de las inversiones directas chinas en el exterior y, también, de promover la utilización del yuan-renminbi, la moneda china, como divisa de intercambio (los acuerdos de intercambio de monedas por los cuales bancos centrales como el argentino reciben renminbis son parte de esta estrategia).
Según estudios de economistas de la Boston University capitaneados por Kevin Gallagher, los créditos de entidades chinas a la región crecieron desde niveles muy bajos en 2007 (US$1.000 millones), alcanzando un pico de US$37.000 millones en 2010. Ese año, los créditos de entidades chinas superaron el financiamiento otorgado a la región por el Banco Mundial y el BID, que en 2007 sumaron US$14.000 millones y US$12.000 millones, respectivamente.
En los años siguientes decrecieron y en 2013 repuntaron, con un aporte de US$20.000 millones.
La mayor parte de los préstamos provino de bancos estatales como el Construction Development Bank, un banco de desarrollo orientado a financiar construcciones de viviendas e infraestructura; en menor medida participaron el China Export-Import Bank, banco de financiamiento del comercio exterior, y el banco comercial ICBC (cuyo principal accionista es el estado chino).
El hecho de que los bancos tengan al Estado chino como propietario o principal accionista es fundamental: una deuda con esas entidades se convierte, ante cualquier problema, en un problema político con la potencia asiática. La exposición política directa es mayor que la que surge de deudas con bancos o bonistas privados radicados en otras potencias.
La mayor parte de los créditos chinos en el 2008-2012 estuvieron destinados a infraestructura de transporte, comunicaciones y otros (30% del total) y a energía y minería (24%). La mitad tuvieron como destino a Venezuela, donde China financia obras vinculadas con la explotación petrolera y presta a cambio de petróleo. Con porcentajes menores –12% cada uno– le siguieron Brasil y Argentina.
Además de aumentar sus préstamos, los grandes bancos chinos lanzaron una estrategia de expansión en el mercado latinoamericano basada en la apertura de sucursales y asociaciones con bancos locales. Esto apunta, principalmente, a ampliar el financiamiento de las empresas chinas o que trabajen con ellas y a empresas o gobiernos que compren a China.
En Argentina, el ICBC (Industrial and Comercial Bank of China), principal banco comercial de China y uno de los mayores del mundo por capitalización de mercado, compró la filial local del Standard Bank por US$600 millones.
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