Martes 11 de octubre de 2011
El frente externo / Tras los votos contra la Argentina en el BID
Advierten sobre el deterioro en las relaciones con EE.UU.
WASHINGTON.-
No soplan buenos vientos para Estados Unidos, y es fácil percibirlo en
esta ciudad. Pero tampoco son buenos para la relación con la Casa
Rosada. Ni para las perspectivas económicas y de inversiones que se trazan en esta capital respecto de la Argentina.
El reciente rechazo
de Washington al otorgamiento de dos créditos en el Banco
Interamericano de Desarrollo (BID) no parece ser un techo en las
consecuencias de esa mala relación, sino más bien un piso, a menos que
cambien muchas cosas. Por eso, nadie apuesta a que el voto en el Banco
Mundial del director por Estados Unidos difiera del emitido en el BID
para que la Argentina consiga el crédito que tiene pendiente de
aprobación en este organismo.Falta de "amigos" que defiendan los intereses de la Argentina, incumplimiento de fallos del Ciadi (tribunal del Banco Mundial para conflictos por inversiones), default con bonistas que no entraron en el canje de deuda ( holdouts ), incautación de una valija con material sensible de un avión militar estadounidense hecha en persona por el canciller Héctor Timerman, dificultades o trato discriminatorio a empresas extranjeras, inflación, cambio imprevisto de normas o ausencia de reglas claras para los negocios: todo eso forma un cóctel explosivo de significación y consecuencias impensadas para las relaciones bilaterales, tanto en lo político como en lo comercial. A lo que se suman los inéditos problemas internos (políticos y económicos) que atraviesa Estados Unidos.
Así lo reflejaron tanto funcionarios, dirigentes políticos y miembros de los influyentes think tanks (centros de estudio y generación de políticas públicas) demócratas y republicanos como representantes del empresariado y de los organismos multilaterales con sede en esta ciudad. Es decir, buena parte del establishment local e internacional entrevistados a lo largo de cuatro días durante una visita organizada por la Cámara de Comercio de Estados Unidos en la Argentina (AmCham).
Ninguno de ellos dejó de reconocer el crecimiento económico sostenido que en los últimos 8 años registra nuestro país y su consecuente desendeudamiento, disminución de la pobreza y auge del consumo. Pero rápidamente destacaron que ese crecimiento estuvo por debajo del potencial de la Argentina y del alcanzado por otros países emergentes y que no se han hecho inversiones estructurales ni adoptado políticas para afrontar etapas de menor crecimiento e ingresos como las que ellos pronostican. Observaron, además, que hay algunos problemas estructurales que elevan el riesgo y abren incógnitas con vistas al futuro, como la política monetaria, la inflación, el aumento del gasto público y la baja inversión extranjera.
"El problema de la Argentina es que dentro del Congreso y del gobierno no tiene amigos, no tiene quién la defienda. No es una cuestión de peso relativo o de intereses solamente, porque cuando el peso no es suficiente los amigos pueden ayudar. Eso explica el voto contrario de Estados Unidos al otorgamiento de dos créditos en el BID", afirmó, contundente, una importante fuente demócrata de la Cámara de Representantes con acceso a las comisiones en las que se tratan temas vinculados con nuestro país.
Los hombres de negocios fueron aun más elocuentes. "En la visita que la Presidenta hizo a la Cámara de Comercio de Estados Unidos (US Chamber) hace dos años quedó claro que para muchas empresas estadounidenses era muy difícil seguir operando en la Argentina, pero nos sentimos defraudados porque después de todo este tiempo no se cumplieron las promesas hechas. Ha habido desconexión entre los mensajes a los empresarios y las políticas adoptadas", dijo Patrick Kilbride, responsable para la región de la US Chamber, que no sólo es la principal representante del empresariado de Estados Unidos sino la más grande organización de negocios del mundo.
Promesas
El incumplimiento de promesas comparte un lugar destacado en el ranking de las causas del deterioro de las relaciones junto al cambio de posiciones o las contradicciones entre lo sostenido en privado y lo manifestado en público -tanto por Néstor como por Cristina Kirchner-, después de reunirse con funcionarios del gobierno y con dirigentes del sector privado. Así lo reflejaron no sólo los hombres de negocios sino también miembros del Partido Demócrata y ex funcionarios de la administración republicana de George W. Bush, que suelen poblar sus relatos con anécdotas al respecto.La preocupación de los dirigentes empresariales norteamericanos fue corroborada y ampliada por los representantes de las compañías de Estados Unidos en la Argentina. "Las empresas extranjeras tienen más problemas que lo que los medios reflejan", dijo el presidente de la AmCham, Alejandro Bottan, durante una presentación en la que exhibió una serie de indicadores que demostraban cuáles son las dificultades para invertir en la Argentina y la desventaja relativa frente a otros países emergentes. Curiosamente, la noche anterior a ese informe un integrante de la embajada argentina del sector comercial había dicho que gran parte de la responsabilidad de que no hubiera más inversiones eran los medios de comunicación, aunque negaba que las inversiones fueran pocas.
El diagnóstico de lo que pasa, sin embargo, no hace perder totalmente las esperanzas respecto del futuro, sobre todo a los hombres de negocios. Pero, paradójicamente, lo que pasará en la Argentina es aquí un enorme signo de interrogación, aunque todos dan por descontado que Cristina Kirchner será reelegida por un amplísimo margen. Así lo explicó Kilbride: "Sabemos quién seguirá (al frente del Gobierno) en los próximos cuatro años, pero no sabemos cómo seguirá. Queremos saber, por ejemplo, si el espectacular crecimiento de la Argentina llegará a toda la sociedad, si habrá oportunidades de negocios".
Son tantas las incógnitas que despierta el futuro argentino que en cada reunión aquí los periodistas y los representantes de empresas norteamericanas en el país que participamos de la visita terminamos siendo entrevistados:
"¿A qué se debe el optimismo de los consumidores argentinos", inquirió un experto en la región de uno de los principales organismos de crédito del mundo.
"¿Ustedes creen que después de las elecciones habrá un cambio o se profundizarán estas tendencias que hemos visto hasta ahora?", preguntaron varias fuentes políticas.
"¿Por qué la Argentina apuesta todo a la inversión interna y espanta a la inversión externa, al revés de lo que hace Brasil?", indagaron en los ámbitos económicos.
"¿Quién será el próximo ministro de Economía y qué hará con los problemas que deberá afrontar el país?", quisieron saber economistas, dirigentes empresarios y políticos.
Si aquellos diagnósticos negativos y estas incógnitas delinean un escenario complejo para las relaciones bilaterales, la situación interna de Estados Unidos agrega un componente adicional.
Esa parece ser una de las pocas coincidencias que por estos días pueden encontrarse entre republicanos y demócratas. En el Center for American Progress, el think tank más cercano a Barack Obama, fueron claros al respecto y, parafraseando a John F. Kennedy, dijeron: "Algunos países deben preguntarse qué pueden hacer para mejorar su relación con Estados Unidos en lugar de preguntarse qué puede hacer Estados Unidos por ellos. Obama está demasiado preocupado con los hechos graves que pasan en el mundo".
El ex subsecretario de Estado para América latina de George W. Bush Roger Noriega, hoy miembro del think tank conservador American Enterprise Institute, resumió con su habitual frontalidad: "No hay decisión de tener relaciones serias por parte de la Argentina y el gobierno de Obama no tiene política hacia América latina".
Quienes conocen la interna del gobierno de Obama concluyen con un dato concreto para demostrar cuánto impactan la situación interna y la falta de amigos o la ruptura de puentes de la Argentina: "La decisión de votar contra los créditos del BID fue un triunfo del Tesoro sobre el Departamento de Estado, que no impulsaba esa medida. Pero ¿quién iba a defender a la Argentina ante la prédica republicana de que Estados Unidos financia a países que no cumplen con los organismos internacionales y no les pagan a inversores que compraron bonos argentinos, mientras aquí se impulsa un ajuste y aumento de impuestos, sumado al absurdo conflicto creado con la valija incautada por Timerman?".
Quien tenga dudas sobre la validez de tal interpretación puede recurrir a la edición del miércoles pasado del influyente diario local Público: toda la costosa página 7 es un aviso de los holdouts agradeciéndole a Obama por haber frenado los créditos a la Argentina.
Con el proceso electoral norteamericano ya desatado, nadie espera aquí que algo mejore en los próximos meses en la relación bilateral. Y hasta los más optimistas no descartan que todo empeore.
No extraña, entonces, que muchos entrevistados se despidieran con una frase recurrente: "Espero no haberlo deprimido mucho". No se referían sólo a la situación de la Argentina ni a las relaciones bilaterales. También aludían a lo que puede pasar con la crisis norteamericana y mundial..
Martes 11 de octubre de 2011 |
Timerman, en plan electoral para seguir en la Cancillería
Un
poco por su condición de kirchnerista acérrimo y otro tanto por el
simple objetivo de sobrevivir en el cargo, lo cierto es que el canciller
Héctor Timerman puso a disposición de la campaña electoral buena parte
de la maquinaria diplomática del Palacio San Martín.
La estrategia
electoral de Timerman en estos días pasa por varios planos: el
judicial, el doctrinario, el logístico, el frente externo y el
proselitismo barrial en forma directa."El canciller está convencido de que Cristina Kirchner ganará en octubre y todo su trabajo gira en torno a ello. Sabe que en las elecciones se define también su futuro", comentó a LA NACION un destacado diplomático que conoce muy bien a Timerman.
El canciller no respondió a las consultas de LA NACION.
La estrategia electoral de adoctrinamiento del canciller se pudo ver en los últimos días en su Twitter, en apariciones televisivas y en las reuniones que hizo con jóvenes de La Cámpora. El 2 de septiembre dio una charla a los militantes de esa agrupación en el Bajo Flores, donde, entre otras cosas, instó a la juventud a apoyar la política exterior del Gobierno, incluida la prosa antinorteamericana y pro-Unasur.
No es la única participación activa en la política de parte del canciller. También acompaña cuando puede a Cristina Kirchner o a Amado Boudou a los actos de campaña. El eje discursivo central de Timerman en todas sus intervenciones es el ataque a los medios que considera opositores. "El jefe [por Timerman] cree que atacando a Clarín o a LA NACION ganará los elogios de la Presidenta como ocurrió con Boudou", confió un embajador crítico del kirchnerismo.
Desde el plano judicial, la Cancillería dio muestras de abierto apoyo a sus aliados. Por un lado, demoró los requerimientos judiciales a Suiza por una causa que lleva adelante el juez Norberto Oyarbide, en la que se investiga al jefe de la CGT y aliado del Gobierno, Hugo Moyano, por supuesto lavado de dinero. La ex ministra de Salud Graciela Ocaña, que dio impulso a una de esas investigaciones, calificó a la Cancillería de "un aguantadero", por dilatar los requerimientos judiciales.
Postergación
A la vez, la Cancillería postergará hasta después de las elecciones un informe técnico y jurídico de la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU), en el que supuestamente se advierte sobre niveles de contaminación en el margen de Gualeguaychú. El informe se hizo a partir de muestras del agua que analizó un laboratorio de Canadá a raíz de la instalación de la pastera Botnia (hoy UPM) situada en Uruguay. Según confirmaron tres fuentes de las cancillerías de Uruguay y de la Argentina, el informe de la CARU ya está listo, pero como podría generar malestar entre los asambleístas entrerrianos aún no se difundió. El secretario de Cooperación Internacional de la Cancillería, Hernán Orduna, negó a LA NACION la existencia del informe y desvinculó el trabajo de la CARU de los intereses electorales. Pero la ausencia de ese informe es tan notable que la Comisión de Relaciones Exteriores de Diputados elevó un proyecto de resolución en el que exigió a Timerman que haga públicos los motivos por los cuales aún no se dio a conocer el monitoreo.La política exterior que encaró Timerman también se adaptó a la campaña. La Cancillería profundizó su mensaje antinorteamericano al criticar a Washington por sus objeciones al otorgamiento de créditos internacionales. Este es el único tema por el cual los allegados al canciller creen que podría ponerse en riesgo su continuidad en el cargo. Si la Presidenta gana los comicios y busca mejorar la relación con EE.UU. no sería precisamente Timerman el indicado para esa tarea por sus públicos enfrentamientos que tuvo con el gobierno de Obama, sostienen. Así lo entendieron también fuentes del Departamento de Estado consultadas por LA NACION.
Por último, el canciller potenció en las últimas semanas el armado de la logística del voto de los argentinos en el exterior. Al parecer, Timerman bombardeó con cables internos a todas las embajadas y consulados para concientizar a la comunidad argentina de ir a votar el 23 de octubre. Por ejemplo, por primera vez habilitó mesas afuera de las sedes consulares. Así lo hizo en Camboriú (Brasil), Munich (Alemania) y Boston (EE.UU.). Timerman redobló la apuesta para sumar votos en el extranjero y mostrar que obtuvo más logros que su antecesor, Jorge Taiana.
- LAS CLAVES
- Aspiraciones. El canciller busca permanecer en el cargo en un segundo mandato presidencial de Cristina Kirchner.
- La estrategia. Como parte de su plan de continuidad en la Cancillería, Timerman está abocado a la campaña electoral. Reparte su tiempo en viajes diplomáticos y de campaña.
- El discurso. Para captar la atención de la Presidenta, Timerman profundizó su discurso antinorteamericano y redobló la apuesta en sus ataques a la prensa.
- Inconveniente. El mayor problema que tendría Timerman para seguir en la Cancillería es si la Presidenta busca mejorar la relación con Washington.
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