Diario "Clarín". Buenos Aires, 16 de setiembre de 2015
Sumarnos al BRICS, iniciativa con poca consistencia
Debate.Mariano Turzi
Es el lugar de la
Argentina los BRICSA? ¿Qué implicaría “estar con” Brasilia, Moscú,
Delhi, Beijing y Pretoria en el escenario internacional? En discurso y
por escrito, el Poder Ejecutivo ha dejado en claro que lo cree posible y
estima deseable. Sin embargo, un análisis internacional más profundo y
objetivo revela serias dificultades.
Primero, el diagnóstico es dicotómico, presentando una oposición irreconciliable y aparentemente combativa entre desarrollados y emergentes, Norte y Sur. Ni siquiera los BRICS tienen una postura tan incompatible con las bases del orden global. La estructura internacional hoy permite estrategias pragmáticas de relacionamiento con socios, vecinos y hasta rivales. Se puede ganar poder internacional en los nichos del sistema. Es mejor pensar con mayor sofisticación en formas de -a la vez- cooperar y competir, acordar y disentir. Hay que desagregar áreas (temáticas), arenas (de negociación) y actores (públicos y privados, nacionales y subnacionales).
Segundo, el análisis es incompleto sobre las intenciones y las capacidades de los miembros. Los BRICS no tienen “conciencia de bloque”. BRICS responde más a los intereses nacionales de los miembros –de convertir prestigio en poder, importancia en influencia- que a un rediseño colectivo del sistema internacional. El denominador común del grupo es que sirve al interés individual de sus miembros. Por ello, la membresía puede no ser el mejor movimiento para nuestro país. Bien menciona la primer mandataria las dificultades financieras, económicas e industriales que en este momento atraviesan los BRICS. Si se encuentran en un momento de relativa pérdida de relevancia internacional, ¿es deseable o conveniente ingresar?
¿Las dificultades actuales de Brasil no abrirían espacio para un mayor protagonismo regional argentino? ¿Cómo puede Argentina aprovechar la desaceleración en China para mejorar su posición negociadora? ¿Y el bloqueo europeo retaliatorio por Ucrania a Rusia para ampliar la provisión de alimentos?
Finalmente la estrategia es imprecisa. La pregunta clave que falta responder es: ¿para qué queremos que BRICS sea BRICSA? ¿De qué manera avanzaría el interés nacional argentino? ¿Sirve a la independencia económica, la soberanía política o la justicia social? ¿Contribuye a recuperar Malvinas, batallar frente a los buitres, ganar mercados, recibir inversiones o fortalecer la democracia?
Falta en la Argentina –históricamente- una visión estratégica de largo plazo que estructure una proyección internacional coherente. Las capacidades argentinas están subutilizadas y el resultado final es que el país se encuentra por debajo de lo que es, en imagen diplomática, importancia económica y poder real.
Sin claridad en los objetivos, pierde dirección la conducción de los asuntos externos. Cuando se argumenta -a la misma vez- que el lugar internacional de la Argentina está en la región latinoamericana y también que está en BRICS (que es Asia, Europa y África), constituye más arenga interna que análisis internacional.
Mariano Turzi es Profesor de Relaciones Internacionales (UTDT). Autor del libro "Mundo BRICS".Primero, el diagnóstico es dicotómico, presentando una oposición irreconciliable y aparentemente combativa entre desarrollados y emergentes, Norte y Sur. Ni siquiera los BRICS tienen una postura tan incompatible con las bases del orden global. La estructura internacional hoy permite estrategias pragmáticas de relacionamiento con socios, vecinos y hasta rivales. Se puede ganar poder internacional en los nichos del sistema. Es mejor pensar con mayor sofisticación en formas de -a la vez- cooperar y competir, acordar y disentir. Hay que desagregar áreas (temáticas), arenas (de negociación) y actores (públicos y privados, nacionales y subnacionales).
Segundo, el análisis es incompleto sobre las intenciones y las capacidades de los miembros. Los BRICS no tienen “conciencia de bloque”. BRICS responde más a los intereses nacionales de los miembros –de convertir prestigio en poder, importancia en influencia- que a un rediseño colectivo del sistema internacional. El denominador común del grupo es que sirve al interés individual de sus miembros. Por ello, la membresía puede no ser el mejor movimiento para nuestro país. Bien menciona la primer mandataria las dificultades financieras, económicas e industriales que en este momento atraviesan los BRICS. Si se encuentran en un momento de relativa pérdida de relevancia internacional, ¿es deseable o conveniente ingresar?
¿Las dificultades actuales de Brasil no abrirían espacio para un mayor protagonismo regional argentino? ¿Cómo puede Argentina aprovechar la desaceleración en China para mejorar su posición negociadora? ¿Y el bloqueo europeo retaliatorio por Ucrania a Rusia para ampliar la provisión de alimentos?
Finalmente la estrategia es imprecisa. La pregunta clave que falta responder es: ¿para qué queremos que BRICS sea BRICSA? ¿De qué manera avanzaría el interés nacional argentino? ¿Sirve a la independencia económica, la soberanía política o la justicia social? ¿Contribuye a recuperar Malvinas, batallar frente a los buitres, ganar mercados, recibir inversiones o fortalecer la democracia?
Falta en la Argentina –históricamente- una visión estratégica de largo plazo que estructure una proyección internacional coherente. Las capacidades argentinas están subutilizadas y el resultado final es que el país se encuentra por debajo de lo que es, en imagen diplomática, importancia económica y poder real.
Sin claridad en los objetivos, pierde dirección la conducción de los asuntos externos. Cuando se argumenta -a la misma vez- que el lugar internacional de la Argentina está en la región latinoamericana y también que está en BRICS (que es Asia, Europa y África), constituye más arenga interna que análisis internacional.
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