Diario "Clarín". Buenos Aires, 6 de diciembre de 2014.
Un canciller en las sombras se fue con Scioli
El personaje
Se fue del
Gobierno un kirchnerista histórico. Y lo hizo para trabajar codo a codo
con Daniel Scioli, con quien en la última semana visitó a los
presidentes de Uruguay (activo y electo) José Mujica y Tabaré Vázquez, y
a la presidente chilena Michelle Bachelet. Scioli fue fotografiado con
ellos, lo que causó revuelo y malestar en el Gobierno.
Quien
no aparece en esas fotos es el renunciante Rafael Follonier, que dejó
su adiós al cargo de Coordinador de Asuntos Técnicos de la Unidad
Presidencial, dependiente de Cristina Kirchner, con un escrito y por
mail en manos del secretario general de la Presidencia, Carlos Zannini,
el lunes 1° de diciembre, después del tour fotográfico sudamericano con
Scioli.Ayer, Follonier dijo a este diario que nadie, y mucho menos la Presidente, le pidió la renuncia. Y que su ida del Gobierno del que fue un negociador hábil y discreto, y una especie de canciller en las sombras de Néstor y Cristina Kirchner, se debía a su intención de trabajar para Scioli. “No se puede servir a dos presidentes, dijo. Y yo creo que tengo que trabajar con el candidato del FPV que mejor mide, para que reasuma los compromisos de unidad latinoamericana. Y ese candidato es Scioli”.
Follonier aludió a su edad, tiene 66 años, y a su salud, también tiene cinco by pass, para quitar todo vestigio de pelea en el Gobierno por su brusco y documentado cruce del Rubicón que lo pone, si no en la vereda de enfrente del cristinismo, al menos en la vereda enfrentada.
Conoció a Néstor Kirchner en los años 90, cuando masticaban juntos broncas y reproches en el Consejo Federal de Inversiones por el reparto de fondos a las provincias que hacía el menemismo. Kirchner refunfuñaba por Santa Cruz y Follonier por La Pampa porque estaba ligado al gobierno de Rubén Marín como secretario de Medios. Cuando en el decisivo 2003 Marín se va con Menem, Follonier elige a Kirchner.
Santafecino de origen, casado con Graciela Oporto, vinculada al Ministerio de Planificación de Julio De Vido, Follonier tiene un pasado como dirigente del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y de su brazo armado, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) en los tremendos 70. Siempre negó haber tomado parte por las armas en aquellos años de sangre que le valieron el exilio en 1977, y la desaparición y muerte de dos hermanos y una cuñada, partícipes de la guerrilla peronista Montoneros.
La especialización de Follonier es la negociación, el deshilachar hebra por hebra cualquier entramado político a su alcance. Trabajó en la España posfranquista de Adolfo Suárez, y con el líder del PSOE español, Felipe González; asesoró a Francois Miterrand y James Carter sobre la realidad latinoamericana. Su inserción en la izquierda argentina (fue periodista de Canal 11 y también de la revista Hombre Nuevo en los 70) y su cargo directivo en la Junta Coordinadora Revolucionaria que intentó aunar el accionar de los grupos guerrilleros del continente, le hicieron trabar amistad con figuras que, pasado el turbión de aquellos años, rearmaron vida y futuro a los nuevos vientos democráticos.
Es amigo personal de Mujica, a quien conoció en sus tiempos de tupamaro; de Tabaré, de Lula, de Bachelet, de Rafael Correa, de Evo Morales y del líder del MAS boliviano, Osvaldo “Chato” Peredo, lugarteniente del Che en los años 60; su amistad con el ex guerrillero venezolano Alí Rodríguez, que fue presidente de PDVSA y canciller de Hugo Chávez, le abrió la puerta, con la mano tendida, del Palacio de Miraflores para que Chávez lo llamara “amigo y tocayo”, tal como lo hizo, a estadio lleno, durante la cumbre de Mar del Plata contra el ALCA, en 2005. Fue a través de Follonier que Néstor Kirchner llegó a negociar con Venezuela la compra de fueloil en 2004.
Su gestión siempre fue vista con recelo, con desconfianza y hasta con irritación por parte del gobierno kirchnerista, entre ellos el ex canciller Jorge Taiana. La oposición lo recuerda con cierto rencor y lo identifica con la captación de voluntades, con armas non sanctas, en aquellos ardientes días de debate y votación de la resolución 125 contra el campo.
Mantuvo relaciones estrechas con miembros de las FARC colombianas. En 2008 Follonier acompañó a Néstor Kirchner al enrevesado y por instantes cargado de patetismo operativo de liberación de Ingrid Betancourt que encabezó el venezolano Chávez, una excursión a la selva que puso de especial malhumor al presidente argentino, taladrado por los insectos hacia los que sentía particular aversión.
A Kirchner le gustaba contar, lo hizo ante algunos periodistas, que una de aquellas noches espesas y caldosas de la jungla colombiana, Follonier le había pedido que lo acompañara hacia las afueras del pueblo donde se había establecido el cuartel central de la expedición. Acompañados por una tercera persona, los dos argentinos fueron contactados por dirigentes de las FARC que les anticiparon que la secuestrada no iba a ser puesta en manos “de ese monigote (por Chávez) porque nosotros estamos negociando con el gobierno de Colombia”. La misión terminó en un fracaso e Ingrid Betancourt fue liberada pocos meses después, el 2 de julio de 2008.
Para entonces, y más allá de experiencias desbordadas de realismo mágico, Follonier ya era una persona de confianza, íntima acaso, del matrimonio presidencial. Se la había ganado a fuerza de negociar, primero, en el estrecho entramado del peronismo de las provincias, experiencia que había desarrollado y tal vez enriquecido, durante su gestión en La Pampa y, luego, ya en el kirchnerismo, en los días de la crisis social, entre 2003 y 2005, cuando desplegó una estrategia para enfrentar las demandas de los grupos piqueteros. Estuvo a cargo de un “comité de crisis”, como se lo conoció entonces, que intentó, en muchos casos con éxito, ofrecer ayudas económicas y sumar al kirchnerismo a algunas agrupaciones sociales y a algunos grupos piqueteros como el Movimiento Evita y Barrios de Pie. Muchos atribuyen incluso a Follonier la llegada de Hebe Bonafini, que mantuvo estrechos lazos con él, a la Casa Rosada, en los albores de la presidencia kirchnerista de 2003.
También gestionó para Néstor Kichner, y con éxito, la presidencia de la Unasur, la plataforma política internacional con la que el ex presidente buscaba sostener en parte su candidatura presidencial para 2011.
Follonier había llegado al gobierno “buscado por los Kirchner”, repetían ayer sus amigos convencidos de que había sido poco menos que expulsado del Gobierno por su “indisciplina” pro Scioli de la pasada semana. Fue secretario de Provincias del Ministerio del Interior, viceministro a cargo de dos secretarías, Políticas Regionales y Municipios, todo durante la gestión del malogrado Kirchner. Las mismas que ayer insistían en que “los Kirchner lo buscaron”, repetían que la renuncia de Follonier a su cargo había sido conceptuosa, pero que incluía un “basta” definitorio. La versión sobre ese contenido de su renuncia fue negada ayer por el interesado.
El ahora renunciante Follonier pensaba para su futuro un paisaje casi bucólico, idílico y desconocido, dada su intensa trayectoria que aquí se ha esbozado en trazos: “Me jubilo y me voy a vivir a Italia”, ha dicho varias veces. Ciudadano italiano, distinguido por el gobierno de ese país como Comendattore por su “solidaridad y colaboración con los partidos democráticos” de la península, su proyecto no parecía inasible.
Scioli no le va a dejar tiempo.
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