Sábado 29 de marzo de 2014
MADRID.-
Sonriente y fortalecido después de dos años de batalla política, el
presidente de Repsol, Antonio Brufau, eligió ayer tres palabras para
sintetizar el acuerdo amigable entre la petrolera española y el gobierno kirchnerista: "Libres al fin".
Los
accionistas de la empresa, que desbordaban un auditorio para 1800
personas en las afueras de Madrid, aprobaron con un voto unánime aceptar el pago de 5000 millones de dólares en bonos
garantizados a un interés promedio del 8% que la Casa Rosada ofreció
el mes pasado para saldar la toma compulsiva del 51% de YPF.Brufau les anunció que la salida de la Argentina será definitiva. Se desprenderá en el mediano plazo de los títulos públicos y también del 12% que le queda a Repsol en YPF para invertir en otros países: "Si gestionamos adecuadamente la monetización nos dará 6500 millones de dólares, entre los bonos y las acciones, para acometer un salto cualitativo".
Con la votación de ayer, los españoles cumplieron con su parte del trato. El acuerdo tuvo media sanción el jueves en el Senado y debía ser ratificado por la Junta General de Accionistas antes de que la Cámara de Diputados le diera sanción a la ley que autoriza las emisiones de bonos por la expropiación.
Al presentar el pacto, Brufau explicó a los accionistas que la calidad de las garantías que consiguió Repsol del gobierno argentino los pone a salvo de cualquier incumplimiento.
"Los bonos llevan un interés promedio del 8 por ciento. Mientras los mantengamos en cartera nos darán entre 400 y 500 millones de dólares al año sin hacer nada -señaló-. Pero además se estableció una cláusula pro solvendo por la cual Repsol sólo se dará por resarcida cuando ingrese en caja los 5000 millones. Si la Argentina incumple, tenemos capacidad para ir a un tribunal a exigir que se nos devuelva la parte pendiente de cobro."
Ese blindaje obtenido en las últimas semanas de negociación con los delegados de la Presidenta -el ministro de Economía, Axel Kicillof, y el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini- hace que a los ejecutivos de la empresa los tenga sin cuidado la amenaza de los senadores de la UCR de impugnar en la Justicia el acuerdo.
Para cumplir con la indemnización, el Gobierno se comprometió a entregar bonos por un valor nominal de hasta 6000 millones de dólares para balancear los descuentos que sufre en los mercados la deuda argentina.
El monto final que el país deberá saldar a lo largo de los próximos 20 años se conocerá cuando se firmen los contratos -sería en mayo- y se calcule el promedio de descuento de los bonos. En Repsol calculan que recibirán entre 5800 y el tope fijado de 6000 millones de dólares (más otros 500 millones de interés capitalizado que va atado a uno de los bonos con vencimiento en 2033).
"Conseguir las garantías no ha sido fácil", relató Brufau. "Lo ideal habría sido que nos hubieran dado 5000 millones en billetes en una cartera. Pero como la Argentina no tiene divisas para pagar ha habido que negociar. Lo que logramos no está a riesgo de reestructuración de la deuda argentina ni de una devaluación."
Aunque intentó mostrarse conciliador, el ejecutivo catalán no quiso cerrar la historia de Repsol en la Argentina sin recordar lo que fue la traumática expropiación de abril de 2012: "La estrategia jurídica fue muy dura y muy feroz para recuperar lo nuestro. Apostamos a una estrategia jurídica y diplomática muy fuerte, a que el mundo supiera que un caso como el de YPF no podía pasar sin pena si la Argentina se hubiese quedado con algo que no le correspondía. Eso permitió al final que nos pudiéramos sentar con el Gobierno".
Para Cristina Kirchner, Brufau fue un enemigo por derrotar desde el día en que anunció la nacionalización de YPF. Su gobierno intentó desbancarlo del máximo sillón de la empresa y operó para lograrlo con uno de los grandes accionistas de la petrolera, la estatal mexicana Pemex (9,3%).
Brufau resistió. El kirchnerismo aceptó pagar con garantías extraordinarias y la paz está a un paso de firmarse.
Elogios al giro
"Este acuerdo es más efectivo que esperar el resultado de un pleito internacional que podía demorar siete, ocho o nueve años", argumentó Brufau. Celebró que la Argentina "entre en una senda de mayor ortodoxia financiera y legal", y le deseó al país "que salga rápido de esta situación y pueda equilibrar su balanza energética".Los accionistas tomaron luego la palabra, en una sucesión de discursos catárticos en los que se habló de la expropiación con palabras como "fechoría", "expolio", "confiscación", "robo".
Algunas heridas quedan abiertas. Sobre todo la tensión abierta entre Pemex y Repsol: la junta ratificó también una cláusula que obliga a un voto reforzado de los accionistas ante cualquier intento de dividir la compañía. A los mexicanos -que se quejaron amargamente de la medida aprobada- se les atribuye la intención de partir la gestión de la empresa para quedarse con el control del área de producción..
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