Diario "Clarín". Buenos Aires, 9 de marzo de 2014.
Otro gesto del Papa hacia Cristina, para ayudar a una transición en paz
UN AÑO DE PAPADO DE FRANCISCO La Presidenta tomó la iniciativa y pidió ser recibida en el Vaticano. La aceptación fue inmediata y se verán el 17.
La historia que
cuentan fuentes muy vinculadas a la Iglesia es bastante sencilla: ya que
sale de viaje hacia París para reunirse con su colega Francois
Hollande, la Presidenta consideró oportuno y necesario pasar a saludar al Papa
en ocasión del primer aniversario de su pontificado; el secretario
general Oscar Parrilli le comunicó al embajador Juan Pablo Cafiero ese
deseo presidencial; Cafiero transmitió el mensaje a las autoridades de
la Santa Sede; sin demora el Vaticano anunció que Francisco recibirá a
Cristina el lunes 17 en audiencia privada. Así de fácil.
Podrá
decirse que el encuentro es resultado de una movida rápida y audaz de la
Presidenta, en tanto fue ella quien tomó la iniciativa. Se hizo invitar por el Papa y demostró una vez más que juega fuerte. Lo había hecho antes para acrecentar cuanto pudo su poder. Lo hace ahora para evitar que ese poder se le termine de escurrir de las manos antes de tiempo. Una foto con el Papa argentino siempre da aire y acá, a veces, la sensación es de ahogo.
Visto en perspectiva, el primer paso hacia la audiencia privada lo dio la Presidenta cuando anunció con tres meses de anticipación que volvería a la Catedral Metropolitana para el Tedeum del 25 de Mayo. Hace siete años que los Kirchner llevan esa ceremonia a otros destinos, como señal de su larga inquina con Bergoglio.
Ya lo escribió José Hernández en el Martín Fierro: “Hasta la hacienda baguala cae al jagüel con la seca”.
Al aceptar el pedido de Cristina, el Papa refuerza lo que viene haciendo desde que la Presidenta debió ser operada de un hematoma en el cráneo en octubre pasado, y a esa dolencia física le sumó la derrota electoral en ese mismo mes, que le clausuró cualquier proyecto de permanencia en el poder.
Desde entonces, el Papa fortaleció su vínculo con la Presidenta, la acompañó con varias charlas telefónicas durante su proceso de restablecimiento físico y le ofreció su figura protectora y contenedora en momentos de dura contrariedad política. Fuentes de la Iglesia consignaron que la Presidenta evidenció estar reconfortada por esos contactos y que en más de una ocasión los buscó ella misma sin esperar la llamada de Francisco. Más o menos como ahora con la autoinvitación al Vaticano.
Pero hizo más que eso el Papa: aprovechó cada encuentro con dirigentes argentinos, y tuvo muchos, para pedirles que “cuiden a Cristina”.
Gobernadores, empresarios, sindicalistas, legisladores, intendentes, escucharon su palabra firme. Invariablemente, por más encono que sus visitantes pudieran tener con la Presidenta y sus funcionarios, el pedido fue de acompañamiento responsable, para que el proceso político pueda desembocar sin alteraciones en el recambio presidencial de diciembre de 2015. Es allí donde el Papa parece tener enfocados sus temores inmediatos sobre las cuestiones institucionales del país.
La Presidenta también escuchará, y coincidirá, en las recomendaciones que seguramente hará el Papa sobre los beneficios del diálogo. Otros temas de interés central para Francisco, como la amenaza del narcotráfico y la situación de los que menos tienen, estarán también la agenda del 17.
Esta audiencia privada será de hecho un respaldo a la Presidenta en lo que institucionalmente representa, puntualizaron fuentes de la Iglesia que transmiten acá las ideas y directivas de Francisco. Ya tuvo el Vaticano ocasión de hacer saber su disgusto por intentos de aprovechamiento político de la cercanía circunstancial con el Papa, como cuando el año pasado, en plena campaña, el candidato oficialista Martín Insaurralde fue llevado por la Presidenta ante Francisco y después se usaron esas imágenes para propaganda proselitista.
El Papa, dicen quienes lo conocen bien, puede tener sus simpatías y antipatías políticas, aunque nunca será él, sino que serán otros, los que se ocupen de hacerlas trascender o comentarlas. A nadie se le oculta que Francisco tiene inclinación hacia los peronistas pero no precisamente hacia el kirchnerismo. Y el kirchnerismo lo destrató notoriamente durante largos años. Pero ahora se ha propuesto ayudar en lo que pueda, y puede mucho, a que el país mantenga firme y ordenado su rumbo institucional. El gesto de recibir a la Presidenta tiene ese sentido. Aunque quienes lo conocen desde que era “el padre Jorge” aseguran que “perdona pero no olvida”.
Sus tiempos, claro, no son de esta tierra.
Otro gesto significativo se concretará a partir del martes. Llegará a Buenos Aires el doctor Guzmán Carriquiry Lecour, un uruguayo muy escuchado por el Papa que es secretario de la Comisión Pontificia para América latina.
Carriquiry es el primer laico en alcanzar esa jerarquía de secretario de una comisión vaticana, cargo para el que fue nombrado por Benedicto XVI, antecesor de Francisco. Los vaticanólogos lo consideran una de las cinco personas más cercanas al Papa.
Su misión es el diálogo de la Iglesia con los países latinoamericanos. Pero además, en la práctica, es una pieza clave en el manejo de la agenda y los contactos políticos del Papa.
Carriquiry tiene una larga relación con nuestro país y más aún con Francisco. De hecho, traído por un buen amigo argentino, hace siete años presentó acá su libro “Una apuesta por América latina”.
Quienes hablaron en aquella presentación fueron el entonces cardenal Jorge Bergoglio y el ex ministro Roberto Lavagna.
En 2007, el cardenal Bergoglio había convocado a Carriquiry y al actual rector de la Universidad Católica Argentina, Víctor Manuel Fernández, para que colaboraran con él en la redacción del documento de Aparecida, en ocasión de la quinta conferencia del episcopado latinoamericano. Su liderazgo en aquel encuentro y el texto entonces alumbrado se consideran decisivos para proyectar desde ese momento a Bergoglio como firme candidato al papado.
Fernández fue hecho arzobispo en mayo por el Papa y Carriquiry hablará en la UCA el jueves, al cumplirse el aniversario de la elección de Francisco. Antes y después el laico uruguayo tendrá una intensa actividad pública y privada.
Los políticos que han entablado con él una relación de años están esperando ansiosos su llegada.
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