martes, 11 de agosto de 2015

BRASIL - ARGENTINA. 2015 Argentina y Brasil, el juego de las diferencias

Ieco "Diario "Clarín". Buenos Aires, 9 de agosto de 2015.

Argentina y Brasil, el juego de las diferencias


  • Pablo Maas Pmaas@clarin.com

El viernes, el Banco Central de Brasil intervino en el mercado de cambios y detuvo la devaluación del real, que amenazaba superar la barrera de 3,5 por dólar después de seis días seguidos de fuerte depreciación.
Brasil está atravesando muchas dificultades económicas y políticas, incluyendo una recesión que promete agudizarse en lo que resta del año y una salida de capitales agravada por el escándalo de PetrobrAs.
Pero a diferencia de la Argentina, Brasil no tiene un problema cambiario. Sus 360.000 millones de dólares de reservas internacionales, 12 veces más que la Argentina, “le dan autonomía al Estado brasileño para conducir su política económica sin tener que recurrir a los organismos internacionales y, principalmente, le da a la sociedad brasileña la capacidad de soportar fluctuaciones de cambio sin generar problemas financieros y fiscales”, dijo el ministro de Planificación, Nelson Barbosa.
Al dejar devaluar su moneda, Brasil se está acomodando al nuevo escenario mundial, en el que reina el superdólar. La Argentina va contra la corriente, revaluando el peso al ajustarlo por debajo de la inflación, con el resultado de un superávit comercial que tiende a cero en momentos de empeoramiento de los términos del intercambio (ver pág. 2).
Aunque la inflación en Brasil ya roza el 10%, su mayor nivel desde 2003, las autoridades allí no utilizan la política cambiaria como ancla para frenar los precios. El vecino del Mercosur ya está de vuelta de su propia etapa de apreciación de la moneda de años atrás, cuando un departamento en San Pablo costaba más caro que en Manhattan.
Hasta hace dos años, los capitales todavía afluían abundantes a los países emergentes como Brasil, pero últimamente el movimiento se ha revertido. El propio término “emergentes” está cayendo en desuso entre los inversionistas para designar un destino atractivo para la inversión, tanto directa como de cartera.
En cualquier caso, la potente industria brasileña puede ahora volver a exportar, con la ayuda de una moneda más competitiva, pero también de créditos de su sistema bancario, por ejemplo, una facilidad que en la Argentina escasea. La competitividad de una economía no es función exclusiva del tipo de cambio. De hecho, el próximo gobierno seguramente deberá considerar herramientas fiscales, crediticias y regulatorias para impulsar las exportaciones durante el año que viene (págs. 6-7). Pero trabajar y exportar con un tipo de cambio en contra es casi como intentar barrer una escalera para arriba.

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