Miércoles 17 de octubre de 2007
Los intelectuales del mundo y LA NACION
"España ha descuidado un poco a la Argentina en los últimos tiempos"
Lo dice el especialista en relaciones internacionales José Antonio Sanahuja
Si Cristina Fernández de Kirchner ganara las elecciones y José Luis
Rodríguez Zapatero resultara reelegido en España a comienzos de marzo de
2008, como vaticinan las encuestas en una orilla del Atlántico y en la
otra, probablemente no habrá cambios en la relación entre los dos
países, observa José Antonio Sanahuja, quien admite que España ha
descuidado un poco a la Argentina en los últimos tiempos.
Sanahuja, director del Departamento de Cooperación y Desarrollo del
Instituto Complutense de Estudios Internacionales de Madrid, dice que es
difícil que los dos gobiernos puedan desembarazarse de un legado
reciente: la facilitación del diálogo que emprendió el rey Juan Carlos
en el conflicto con Uruguay por la pastera finlandesa Botnia.
En ello, Sanahuja advierte un error: "Hago una lectura negativa de la mediación, más allá de su resultado. Esto tiene ribetes decimonónicos que, a estas alturas de la historia, no parecen muy apropiados. No se trata de caricaturizar la situación, pero hoy tenemos sistemas internacionales y mecanismos jurisdiccionales más profesionales, más serios. Dos países comprometidos con el multilateralismo eligieron la peor opción. Lo mejor hubiera sido resolverlo en el Mercosur".
Licenciado en Historia Contemporánea por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense de Madrid, dictó, en la Universidad de Tres de Febrero, un seminario sobre la relación entre la Unión Europea y América latina.
"En este período se le están atribuyendo muy generosamente al gobierno español una vocación y un activismo de una política exterior que no ha estado dirigida a la Argentina. Francamente, desde España se ha descuidado, en general, a América latina. El detalle es el nombramiento a mitad de período de una secretaria de Estado para Iberoamérica, Trinidad Jiménez, porque el secretario de Estado estaba en otras cosas. De ese modo se ha intentado corregir lo que era un clamor: que se le prestara más atención a la región", señala.
Consultor del Parlamento Europeo, la Comisión Europea y el Ministerio de Asuntos Exteriores de España, así como autor, coautor y compilador de libros y estudios sobre relaciones internacionales, Sanahuja comenta: "No ayuda el estilo de Néstor Kirchner". Lo define como "una presidencia ensimismada y, además, amiga de una política de gestos y símbolos que ha incomodado a algunos interlocutores externos". Esa política, en la cual ha descollado la excelente relación con su par venezolano, Hugo Chávez, "tiene una buena lectura doméstica, pero enajena las relaciones exteriores".
-¿Vislumbra un cambio en la relación bilateral después de las elecciones en la Argentina y España?
-No lo creo. La línea que ha habido en este período ha sido de un cierto respeto a los gobiernos que representan el giro político que ha habido en América latina. El gobierno español ha tenido cuidado en que no se lo identificara con intereses de compañías, como es el caso de Repsol.
-El presidente anterior, José María Aznar, tuvo una posición diferente, sobre todo con Chávez.
-Tomó una posición muy discutible. El gobierno español apoyó el golpe de Estado cuando ningún gobierno decente lo hizo.
-Más allá de que no vislumbre cambios en la relación con la Argentina, ¿cómo ve el futuro?
-Hemos visto desde la creación de la Secretaría Iberoamericana y desde el nombramiento de Enrique Iglesias [ex presidente del Banco Interamericano de Desarrollo] una apuesta firme al proyecto iberoamericano. La integración regional está en crisis. España no puede no apoyarla. Otra línea que debe seguirse es continuar abogando por América latina en una Unión Europea que muestra cada vez menos interés en ella.
-¿Cuántas veces se han tomado la cabeza cuando quisieron defender la integración con América latina, región que se caracteriza por no hacerle daño a ninguna otra y hacerse mucho daño a sí misma?
-Totalmente de acuerdo con la definición. Esto, quizás, es lo que mejor simboliza lo ocurrido en la Cumbre de Viena, en mayo. La comunidad andina acudió dividida. Dio un espectáculo de desunión lamentable, por los enfrentamientos abiertos entre presidentes. Eso causó mucho desconcierto.
-¿La Unión Europea tiene otras prioridades antes que América latina?
-Si fomenta un acuerdo de asociaciones con el Mercosur, no es porque tenga elevados propósitos morales. Cree que a sus empresas les interesa un mercado ampliado y, dado que los propios Estados no son capaces de generar seguridad jurídica, el anclaje de un tratado externo y un tratado birregional puede generar esa seguridad jurídica y esas normas. Así que hay intereses en juego. La Unión Europea puede satisfacer esa necesidad a través de un acuerdo con un Mercosur consolidado. En el futuro hay que seguir apostando por el Mercosur.
-Pero eligieron a Brasil como interlocutor...
-En todo caso, lo que planteábamos es que se ha de ir a una relación más cercana con Brasil, a un diálogo específico. Ese diálogo debería excluir las relaciones comerciales y debería servirle a la Unión Europea para lanzar a Brasil un mensaje muy claro: la relación con ustedes está supeditada a que Brasil modifique el estilo de liderazgo en América del Sur. En estos momentos, el estilo de liderazgo no es aceptado por el resto de los países y debe modificarse. Si me permite una analogía un poco forzada, Brasil va a entender que su vocación y su futuro lo llevan a ser un Brasil sudamericano, no a pretender una América brasileña. Lo mismo ocurrió con Alemania, que en su momento entendió que la solución pasaba por convertirse en una Alemania europea y no por que Europa se convirtiera en alemana.-¿Lula es mejor que Kirchner?
-Lula es un interlocutor muy cómodo para la Unión Europea. Tiene una agenda que refleja muchos de los valores y muchos objetivos que la Unión Europea está buscando en foros internacionales.-¿Cuáles son los pecados capitales de la Argentina?
-Hay un problema de mal gobierno recurrente y que tiene ciclos, modalidades y formas diferenciadas. Más allá de posiciones partidarias, hacen falta administraciones que funcionen. Hablamos de cuestiones básicas, como la seguridad ciudadana, la existencia de un marco jurisdiccional, tribunales que funcionen, leyes que se cumplan. Esto es importante. No debe servir a la Argentina como consuelo que otros países de América latina estén peor. La Argentina puede y merece tener mejor gobierno y mejores marcos institucionales.-No parece haber políticas prospectivas.
-Es un desafío para el país, que requeriría, al igual que lo anterior, una política de Estado más allá de la coyuntura del ciclo electoral. Se trata del diseño de una política de desarrollo productivo. Este es el cuello de botella del desarrollo en la Argentina. Otro elemento importante es la estabilidad del marco jurídico, la inversión nacional y extranjera con reglas claras para evitar los problemas regulatorios del pasado, que han originado monopolios y oligopolios privados.-¿Se invierte poco en investigación y desarrollo?
-La Argentina, dentro de América latina, es uno de los países más avanzados en materia de ciencia y tecnología. El sistema de educación superior tiene centros de muy buen nivel. Podrían hacer mucho más con una política pública adecuada en materia de apoyo a sectores empresariales y productivos para que mejoraran su eficiencia y competitividad. El otro aspecto muy importante tiene que ser la inserción internacional de la Argentina para encontrar consensos básicos, de modo de contribuir al proyecto del Mercosur y de la Comunidad Sudamericana de Naciones en el largo plazo.-¿Cree que es un problema, más allá de los dirigentes, la debilidad de los partidos opositores?
-No es un problema de la oposición, sino de todos los partidos en su conjunto. El otro día explicaba a los estudiantes cómo son los sistemas políticos latinoamericanos. He logrado, no sin esfuerzo, explicarles el sistema que instrumentó el PRI [Partido Revolucionario Institucional] en México durante mucho tiempo, pero soy incapaz todavía de explicar un partido dentro del cual caben orientaciones tan distintas como el fenómeno Menem y el fenómeno Kirchner.
-El peronismo, a diferencia del PRI, es un movimiento que se resiste a ser un partido...
-Es un partido articulado en torno del líder, pero los líderes son cambiantes. Los líderes son ocasionales y están caracterizados por el oportunismo político, con agendas muy diversas que hacen partidos disfuncionales. No lo digo con tono peyorativo. Son partidos poco predecibles. Eso no genera políticas de largo plazo en relación con lo que señalábamos de las necesidades de políticas de Estado. En el sistema de partidos, la oposición es muy débil y el Gobierno está en manos de un partido tan fluctuante que depende de la orientación del líder, del oportunismo del líder. .
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